No he hablado del Metro desde el último relato que publiqué sobre el problemilla que tuve. Pero, la verdad es que he vuelto y ha sido para cogerlo por los cuernos.
Con la tarjeta Barik, que solamente necesita ponerla un instante sobre una plataforma para que el sistema la detecte y se habrá la barrera, he llegado a viajar solito de principio a fin del trayecto.
Aún me sube el pulso cuando, por ejemplo, tengo que darle al botón del ascensor -son pocas veces porque casi siempre están los de seguridad o alguna otra persona- o tengo que colocar la tarjeta para chequear. Sin embargo, con entrenamiento y algo de ingenio, me estoy demostrando que la superación existe.
El mayor problema que me podía imaginar es que se me callera la tarjeta al pasarla, así me pasó el sábado. Tuve que atravesar «la frontera» sin ella, abandonándola al otro lado. Inmediatamente, me volví acercándome a la barrera electrónica para que algún buen samaritano me la pase por encima de la máquina, alargando el brazo. Y así estuvo a punto de ser, porque se me volvió a caer cuando justo llegaba el tren que esperaba mi «angel de la guarda», por lo que desistió de repetir la operación.
En ese momento, alguien me tira con fuerza de la silla y grita con sorpresa «no la puedo mover», reiteradamente. Me costó hacerle comprender que la silla la manejaba yo, y lo que realmente necesitaba. Era el jefe de estación y espero que la experiencia le haya servido para no llamar tanto la atención de los metroandantes, si vuelve ha suceder algo parecido.
Por suerte, ya había comentado este asunto con mi amiga Lara y, en cuestión de horas, ya me había confeccionado un invento para que la Barik no me deje solo.
También, unos días antes, me había hecho, como se dice ahora, de Coach, acompañándome pero sin ayudarme en nada, con una gran paciencia que me sirvió de mucho apoyo para darme cuenta de que poder, puedo.
Gracias a ella, a Sheila que no para de animarme a que me lance, a mi colega Josean y a su hermano Martín por ayudarme en los inicios, y al resto de la Kooadri por darme ocasiones o motivos para moverme.
Ojalá este escrito lo leyera mi yo de hace tan solamente unos meses para convencerle de que su movilidad autónoma puede aumentarse.