Acabo de ver «Las Sesiones». Si, aún no había encontrado la sesión adecuada.
Aunque su historia es muy particular, si que me han llamado la atención varios puntos muy identificables.
Sobre todo he entendido muy bien al prota cuando se alegraba de encontrar alguna razón para abortar su ansiado objetivo. Es una paradoja que he sentido en importantes situaciones y que me da mucha rabia experimentar.
Supongo que será fruto la inseguridad, el pánico y la desbordante cantidad de tiempo para darle vueltas a la cabeza. Todas esas horas nocturnas de «cráneo» pasan factura.
El deterioro Psicológico es otro gran perjuicio causado por la dependencia.
Otro aspecto muy bien reflejado son las diferentes actitudes ante el tema. Para la mayoría de las personas, mantener relaciones sexuales con alguien diverso funcional constituye un auténtico escándalo que ni se lo plantearían, pese a que puedan sentir algo más que una mera amistad.
Por eso, cuando de repente una profesional llega, se desnuda, te toca, y ves que no se desintegra o que no le ocurre nada malo, dices «pues si ella puede, es que no es maligno». Te sientes desengañado, como cuando te enteras de que los Reyes Magos no existen, o cuando llegas a la conclusión de que todos los rollos de la catequesis no eran más que patrañas.
Y efectivamente, con tiempo y perseverancia pueden llegar oportunidades impensables. Llegan de repente y cuesta asimilarlas mientras las estás viviendo.
Son etapas de la vida, muy bien reflejadas en una película que, lamentable y tópicamente, tiene un triste desenlace. Jo! casi hago un Spoiler, perdón!
La mayor aportación que ofrece la cinta -como dicen los críticos- en mi opinión es que ahora comprendo mejor la diferencia entre prostitución y asistencia sexual
Me ha parecido muy curioso que la terapeuta, aunque era muy técnica, no resultaba nada fría ni distante.
Pero claro, con el cariño calentito de Helen Hunt, uno pueden entrar al trapo hasta en una clase de Derecho Administrativo.