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Voilà

Como percibí en mi reciente visita a Port Aventura, algo está pasando con el «poder» que se nos concede en estos parques, a los silleros, para saltar colas.

El hecho de que nos pidiesen los certificados de discapacidad a la cara, sonaba ridículo pero, como en su día aprendí, detrás de una norma hay alguna razón.

Ahora veo la respuesta en la siguiente noticia. Es triste que por la desaprensión de algunos listillos -a todos se nos ha pasado por la imaginación- nos vayamos a quedar sin ayudas que compensen nuestros hándicaps.
Y así con todo, tarjetas de aparcamiento, etc. PUAG!

http://www.sexenio.com.mx/tienesqueverlo/articulo.php?id=6503

Barcelona, Barcelona

Hace malo. Estoy constipado y aburrido, así que no pueden darse mejores circunstancias para que finiquite esta trilogía sobre el viaje que he hecho a Barcelona con Fekoor.

Debido a la curva aguafiestas que ya he mencionado, sólo pudimos catar lo que realmente es Barcelona en dos ocasiones.

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Cinema Boccia

Antes lo he visto en el móvil y me ha encantado, pero al verlo en pantalla grande, hay que decir que se trata de una obra única, que será inmensamente valorada por todos los que estamos locos por este deporte.

Hace varias semanas, prometí este video, y aquí está, con la misma calidad que una gran producción. Como todo lo que hace José María Bobi .

Gracias chaval! Se me ha alegrado esta fantástica noche de verano, que se me ha escapado.

Las dos caras del metro

Hace pocas semanas, manifesté mi intención de escribir algo sobre mis viajes autónomos en Metro. Estaba pletórico por haber encontrado una manera de multiplicar mi margen de acción, al igual que los Ferrys permiten a los coches surcar los mares para llegar a islas paradisiacas.

Únicamente, estaba esperando a realizar un trayecto completamente solo desde la salida hasta la llegada, para redactar una buena crónica. Porque, de momento, lo que había hecho era bajar del tren antes que mis amigos.

Al llegar a mi estación, salía y tiraba yo solo hasta casa, cantando por el camino de pura satisfacción.
Aún así, la experiencia me retumbaba. Me recordaba que en el cutre-mundo de la dependencia cualquier brillo que creas percibir puede apagarse o, simplemente, tratarse de algún falso reflejo. Que siempre estás vendido por no saber con quien te va a tocar tratar.

A continuación, plasmo la queja que he enviado a Metro Bilbao:

Me llamo Diego Lastra Gutiérrez, soy un ciudadano de 38 años, licenciado en Derecho, residente en Getxo, y usuario de una silla de ruedas electrónica. Mediante la cual, me muevo autónomamente sin ningún problema.

Recientemente, he comenzado a utilizar el Metro con el propósito de aumentar mi margen de movimiento, y la verdad es que, en las dos primeras ocasiones, todo han sido facilidades con un trato de lo más amable, tanto por parte del personal del Metro como del de seguridad.

El principal problema que encuentro, debido a mi disfunción motora, es para accionar el ascensor y chequear cuando llego a mi estación. Para la entrada al metro, suelo ir acompañado de amigos que me ayudan, pero como yo me bajo unas estaciones antes que ellos, la solución que me dio la jefa de estación de Unamuno, la primera vez que lo intenté, fue dar avisó al personal de seguridad de Bidezabal –mi estación de destino- para que me estuvieran esperando en el andén y me ayudaran con el ascensor y el chequeo del billete. Así fue, todo sin pegas y con una correctísima atención.

El segundo día fue de Sopelana a Bidezabal. Estando ya dentro del vagón, le comenté el tema a unos vigilantes, quienes automáticamente se pusieron en contacto con sus compañeros de mi estación de destino, con el fin de que me prestasen la atención que requería. De nuevo, el trato fue cordial, llegándome a decir, ante mi agradecimiento: “De nada hombre, estamos para esto”.

Sin embargo, en la noche del Viernes 17 al Sábado 18 de mayo de 2013 (sobre las 00:00 horas), tuve la desgracia de toparme con una persona, al frente de la estación de Unamuno, que al pedirle que por favor diera aviso a Bidezabal para que me atendieran, se mostró totalmente reacia a llevar a cabo esta fórmula que otras veces ha funcionado con completa normalidad, y sin que a nadie le sorprendiera.

Esta señora decía que los vigilantes no están para eso, porque en cualquier momento puede darse una incidencia para lo que tenían que estar libres. También argumentaba que en ese momento no había vigilancia en Bidezabal, y que lo único que podía hacer, como favor, era mandarla en un coche, pero que no podía ser algo habitual, que no lo tome como costumbre.

Además de exponer un montón de trabas, he de decir que el trato fue discriminatorio, ninguneándome en todo momento, no siendo capaz de dirigirme la palabra –sólo hablando con mis acompañantes- como si fuese un deficiente mental, llegando a decir que “esta persona no puede viajar sola”, preguntando indiscretamente a ver como lo iba a hacer al salir de la estación, y comparándome con su anciana madre.

Finalmente, al comentarle que, en caso de que estuviese lloviendo, me iban a venir a recoger a la estación, concluyo que quien me viniese a buscar debía pagar un billete y bajar al andén para ayudarme. Y así es como lo tuvimos que hacer. Pero, curiosamente, cuando me encontré con mi madre, al salir del tren, aparecieron dos vigilantes dispuestos a ayudar sin ninguna expresión de que estuviesen haciendo algo extra, a pesar de que se habían desplazado por mí, y animándome a que siga haciendo uso de sus servicios.

Considero esencial que todo su personal responda con el mismo procedimiento ante las mismas situaciones. Además de que, cuenten con la pertinente formación socio-cultural para no ofender a nadie y no menospreciarle, simplemente por el hecho de que tenga una pequeña dificultad en el habla, como es mi caso.

Por todo ello, exijo una declaración oficial desde Metro Bilbao con respecto al procedimiento que he venido efectuando hasta que he tenido la incidencia que aquí he comentado, que, seguidamente, me dispongo a divulgar a través de diversos canales públicos, porque opino que se han vulnerado los derechos de mi colectivo social y se infringen las normas de accesibilidad, así como de igualdad de oportunidades que la legislación establece, tanto nacional como a nivel internacional (Convención Sobre Los Derechos De Las Personas Con Discapacidad de La O.N.U., ratificada por España).

VELOCIDAD INVERNAL

Ya llevo unos cuantos días disfrutando de los recuerdos que me ha dejado esta última semana.

Un deslizamiento suave sobre la nieve virgen que va aumentando su ritmo en función de la pendiente por la que se baje, hasta alcanzar una velocidad para muchos insuperable, unas rascadas impresionantes y unos desafiantes saltos.

Porque, así es, he conseguido poner una crucecita a uno de mis retos más deseados. He practicado Esquí Adaptado durante cuatro días en Cerler. Para el desaparecido Diego ignorante en la materia, podían parecer demasiados, pero el de ahora sabe que cada jornada siempre sorprende.

En la primera, desde luego, el alucine es inevitable. Asimilar semejante velocidad, agilidad y destreza es para llevarse una alegría inmensa. Si, además, se tiene en cuenta que todo esto viene acompañado de un paisaje increíble, la experiencia es mucho más que aconsejable.

Mi idea sobre el Esquí ha tenido varias fases a lo largo de mi vida. En la Inicial, era algo impensable. Recuerdo los esquíes de mis padres parados en casa porque lo dejaron cuando yo llegué.
En una segunda etapa, a través de internet, supe de la adaptación de este cañero deporte, sintiendo unas enormes ganas de probarlo.
Ahora, he pasado a otra dimensión, y he confirmado que hay actividades que puedes jugártela a que te van a gustar antes de catarlas, jeje!

Como en muchas otras actividades, para mí la clave está en encajar bien en el asiento. En el instante en que comprobé la firmeza con la que iba sujeto, empecé a intuir buenas sensaciones.

Uno de los momentos más curiosos se viven cuando el piloto del tándem –silla de nieve con piloto detrás- te sube al Seguir leyendo VELOCIDAD INVERNAL