Ya llevo unos cuantos días disfrutando de los recuerdos que me ha dejado esta última semana.
Un deslizamiento suave sobre la nieve virgen que va aumentando su ritmo en función de la pendiente por la que se baje, hasta alcanzar una velocidad para muchos insuperable, unas rascadas impresionantes y unos desafiantes saltos.
Porque, así es, he conseguido poner una crucecita a uno de mis retos más deseados. He practicado Esquí Adaptado durante cuatro días en Cerler. Para el desaparecido Diego ignorante en la materia, podían parecer demasiados, pero el de ahora sabe que cada jornada siempre sorprende.
En la primera, desde luego, el alucine es inevitable. Asimilar semejante velocidad, agilidad y destreza es para llevarse una alegría inmensa. Si, además, se tiene en cuenta que todo esto viene acompañado de un paisaje increíble, la experiencia es mucho más que aconsejable.
Mi idea sobre el Esquí ha tenido varias fases a lo largo de mi vida. En la Inicial, era algo impensable. Recuerdo los esquíes de mis padres parados en casa porque lo dejaron cuando yo llegué.
En una segunda etapa, a través de internet, supe de la adaptación de este cañero deporte, sintiendo unas enormes ganas de probarlo.
Ahora, he pasado a otra dimensión, y he confirmado que hay actividades que puedes jugártela a que te van a gustar antes de catarlas, jeje!
Como en muchas otras actividades, para mí la clave está en encajar bien en el asiento. En el instante en que comprobé la firmeza con la que iba sujeto, empecé a intuir buenas sensaciones.
Uno de los momentos más curiosos se viven cuando el piloto del tándem –silla de nieve con piloto detrás- te sube al Seguir leyendo VELOCIDAD INVERNAL