#Bizkaiaccesible: Guggenheim de Bilbao.

A pesar de que el tiempo es apocalíptico y fomenta otro largo fin de semana a refugio, el pasado viernes hice otro análisis con el grupo #Bizkaiaccesible.

Nuestro calendario nos indicaba que nos tocaba visitar el Guggenheim. Otro lugar que lo tengo archiconocido pero que, al cambiar las exposiciones temporales, siempre «sorprende».

Ahora mismo contiene una muestra del autor Brasileño Ernesto Neto, en cuya obra da mucha importancia a la interacción de los espectadores. Aunque algunas no eran del todo accesibles, muchas si que pudimos toquetear.
Especialmente, quiero mencionar una, con forma de un grande iglú de tela, a la que no pudimos entrar como los demás, por contar su entrada con un marco en la parte inferior de la puerta, insalvable para nuestras sillas. Algo, seguramente, prescindible, que no creo que al autor le importaría eliminarlo, si caería en la cuenta.

Por lo demás, sin problema. Da gusto deslizarse por sus suelos milimétricamente lisos que entonan con la imagen de la Universidad de Deusto, para dar sensación de continuidad con el entorno.

También fue una novedad poder tocar una plancha de titanio y descubrir lo finas y maleables que son.
Para hacerlo, no es necesario pedir una. Nuestra simpática guía, nos descubrió que hay una pared, a la altura de todos, llena de ellas. A mí, por lo menos me había pasado desapercibida hasta ahora. Se encuentra justo a la izquierda de la entrada de la gran sala de la planta baja. Sí, donde está la serpiente de Serra que, por cierto, no perdimos la ocasión de adentrarnos en su estrechez.

Detalles como los mostradores bajos y las tarifas especiales, así como la gratuidad para nuestros acompañantes -cuando vamos por libre-, resaltan la concienciación de la organización.

Los WC, bueno, los hay unos mejores que otros. Nosotros, recomendamos los del atrio, cerca de los ascensores de cristal.