Siempre hablo de mi Salsa, pero la última fiesta reciente la he surcado con la manual (Quickie Easy Max), y la verdad es que dio mucho juego.


Creía que iba a estar muy apalancado, pero surgieron muchas divertidas hazañas (la de las imágenes sólo es un modesto ejemplo) y alcancé alturas impensables para la motorizada.

Con un paraguas de la Barbie, una lata aplastada, a horas intempestivas, y en compañías animadísimas; pasan cosas como esta.

Un no parar

Unas imágenes de la última semana. Además de la charla que adelanté en la anterior entrada,  con el equipo de visitantes habitual de los viernes, me pasé por el palacio de la Diputación de Bizkaia.

Accesible con un ascensor, monoplaza para sillas, pero sin mayor problema que el de hacer cola.
Una visita corta pero intensa de arquitectura, decoración y arte.

Vuelve la Salsa

Ayer volví a hacer la ruta Deusto-San ígnacio, nada más recuperar mi Quickie Salsa M.
Necesitaba quitarme el mal sabor que me quedó cuando me dejó tirado. Cogí el Bidegorri, y quinta a fondo hasta llegar al entreno de Boccia. Fue un desahogo muy placentero.

Algo más difícil va a ser perder la psicosis a que me vuelva a pasar. Ya van dos veces en este año. Fallo de joystick con su consecuente cambio, porque cuando fallan no tienen arreglo según la marca.

Esta ocasión la quise aprovechar para instalar el nuevo joystick R-NET, y sustituir al VR2.
La Salsa que Sunrise Medical me tuvo que prestar para el viaje, por una pieza que no llegaba, venía con el R-NET incorporado. Este permite circular, sin que entre el limitador, con el asiento basculado. Lo que a mi me ayuda a ir mejor sentado y elimina perdidas de tiempo en recuperar la posición de marcha para salir corriendo en un momento de necesidad, dando más control y responsabilidad al conductor, sin acatar limitaciones electrónicas.
Además, la carcasa del R-NET es más cuadrada, lo que ofrece un mayor apoyo para la mano.

Pero lamentablemente, adoptar este joystick requiere un cambio de toda la electrónica, así que he tenido que prescindir de esta mejora.


En el Salón sin Barreras del Bec. No tuvo mucho que contar pero estoy creando la tradición de aprovechar para ponerme tras un volante. Ya van dos años consecutivos.

Sin embargo, ha habido otras que si he podido copiar del «vehículo de cortesía».  Al de poco de empezar a probarla, me gustó que fuese un poco más ancha y que tuviese los apoyabrazos más altos.
Creo que fue en el aeropuerto de Loiu -en la puerta de embarque para Londres-  cuando caí en la cuenta de que la anchura no era más que un reglaje que se puede ajustar al gusto. Y así lo he hecho en la mía. Como inconveniente, ahora al subir el apoyabrazos, me queda el soporte del mando a la altura del hombro. Muy molesto para pintar, entrar en  mesas, etc.
Dicen que esto se debe a haberlo modificado, pero la verdad es que esto pasa desde que me tuvieron que cambiar el brazo entero, por sólo tener un tornillo estropeado.

Dicen que no hay bien que por bien no venga, así que estos cambios han sido el beneficio de la tensión por conseguir tener la silla a punto para Europa, que finalmente terminó forzosamente solucionado con una silla prestada.

Ahí queda todo esto, por si a alguien le sirve.

Charlaaando, charlandoooooooooo.

Voy a tener que crear una sección para las charlas que se van acumulando y para las que quedan, ya que la temporada ha arrancado con buen ritmo.

Hoy hemos estado en la UPV  una representación de Fekoor, con alumnas y algunos alumnos de educación social.

La acogida como siempre estupenda, mucho interés. Personalmente, he resumido lo que ha sido mi trayectoria desde que empecé a estudiar, he hablado las claves de la vida independiente, y hemos repasado videos del blog.

Todo ello sin motor. Ahora mismo, han llamado de la ortopedia. En breves momentos, sabré el diagnóstico de mi Quickie.
Si es del joystick, que seguramente lo sea, sería la segunda vez en el mismo año. Un dato muy preocupante, que me resta confianza para mis flamantes desplazamientos en solitario, esenciales para alcanzar auténticas vivencias.

Seguimos de charla

Hoy no tenía planeado quedarme a escribir sobre el intenso día de ayer.
Hubiese sido redondo, de no ser porque ya llegando a casa me quedé tirado por el paseo de Aixerrota. De repente, la Salsa se detuvo y tuve que pedir el rescate. Seguramente, sea problema del Joystick (seguiré informando).
Ahora, al encenderla sólo parpadea el led de la primera velocidad y nada más. Dando dos veces a la bocina, se encienden las luces de la batería indicando fallo de joystick.

Suerte que hasta que llegó el «Séptimo de Caballería» conté con la compañía de una chavala encantadora que estaba paseando a su perro y que, por cierto, le desapareció justo cuando la «grua» me llevaba.
Espero que lo haya encontrado.

Pero no es justo destacar esto de una jornada en la que mi sociocolega Josean y yo dimos una charla en la academia Almi de Deusto, a futuros y, sobre todo, futuras Sociosanitarias.

Como en el resto de nuestras «expos» debatimos sobre autonomía, diversidad funcional, vida independiente; aportamos nuestras experiencias y anécdotas, además de responder a todas las preguntas.

Da gusto ver o conocer a personas sensibles y empáticas que se interesan, con ganas de mejorar para ayudar a los demás. En esta profesión la vocación es esencial, y si nosotros podemos ayudar a fomentarla quedamos a disposición de quien lo requiera.

Únicamente, sentimos no habernos ido potes con todas, como había intención, pero la agenda nos empujaba.

Un abrazo también para Felipe, el enrollado profesor con quien cuentan estas aspirantes a asistentes personales (espero que no acaben en residencias), que insistió en liarnos para comer juntos y seguir conociéndonos.

Y otro pedazo de abrazo para los cerebros de toda esta operación.

Que siempre nos quede Paris.

Es emocionante saber que en unas horas, ratos o minutos vas a vivir algo muy esperado, y desconocer como te vas a sentir, pero con la certeza de que pronto vas a desvelarlo.

Llegando a Paris, después de cruzar el aburrido pero rápido túnel de La Mancha -que tantas veces he imaginado cruzar, con algún coche divertido- y tras recorrer casi 300 km. así me sentía.

Entrando por el norte de la Capital, enseguida empecé a percibir que mi intuición funcionaba a la perfección.
Parada técnica en el hotel, y de cabeza a ver la panorámica de la ciudad. Algunos ansiosos ni bajamos del bus (se llama autocar, vale).

Ya por el centro de la ciudad, me llegó la confirmación de que La Ciudad de La Luz, me atrae especialmente.

Subido en la segunda planta de la Torre Eiffel, pensando en mis cosas, con aquellas idílicas vistas, me di cuenta de todo aquello era increíble aunque, a la vez, sencillamente real y alcanzable. Ahora forma parte de mi vida.

Al tercer piso no permiten subir a sillas de ruedas por motivos de seguridad, pero a unos 160 m. de altura, como veis, el alucine ya es desvariante.
Hay toilttes adaptados, ascensores como autobuses, no hay que hacer cola, y tanto los «ruedas» como sus compañías pagan la mitad del precio (4,5 €).

Para llegar hasta allí, guié al Equipo K desde el Arco del Triunfo por Avenue Kleber hasta Jardins du Trocadero, los cuales hay que rodear para llegar al Sena, por tener una trampa en forma de escalinata.
Un dato curioso para transitar por esos Boulevards: Los semáforos duran muy poco. Hay salir dejando rueda para cruzar, en cuanto se pone en verde. Y aún así cambiará a rojo antes que llegues al otro lado.

De regreso por la misma ruta, las baterías empezaron amenazar seriamente -las carreras por los jardines de Versalles pasaron factura-, pero nos llegaron para coger el bus urbano y alcanzar nuestro alojamiento.
Como el de Inglaterra, pertenecía a la cadena Ibis. Las accesibilidad y el estado de las habitaciones adaptadas es correcto, a falta de alguna barra más en los WCs, para los que tuvimos la suerte de contar con ellas.
Lo que si era una lotería fue la configuración de las habitaciones, asignando camas de matrimonio a quienes no les conviene, en varias ocasiones, y sin solución por parte del hotel.
Menos mal que el Equipo K puede con todo.

En cuanto al transporte Parisino, el único que garantiza la accesibilidad es el autobús. La mayoría de las estaciones de Metro son impracticables menos en la línea 14, y -yo que soy un voyeur de automóviles- he de decir que no vi ni un solo taxi adaptado.
(Sobre el Metro de Londres, se me pasó destacar que las puertas de lo vagones siempre se abren solas, sin tener que alcanzar botones o buscar a alguien que lo haga, como en el de Bilbao. Un gran punto a su favor, que  te ahorra mucha tensión).

Afortunadamente, nosotros contábamos con nuestro autocar adaptado que nos acercó a Montmatre, donde hicimos uso del funicular para seguir subiendo y subiendo hasta el Sagrado Corazón (ascensor y wc adapté).

Con el utilitario de 55 plazas, accedimos al garaje de Louvre. Un sorprendente hallazgo por la inmensa cantidad de vehículos similares que caben allí dentro.
En el museo más importante del mundo no se encuentra ni una barrera. No tendrás problemas, siempre que alguien te guie por los numerosos ascensores que hay que coger, y mientras no te metan prisa porque van a cerrar alguno.

Por último, la visita a Versalles. Además del mencionado paseo rápido por los jardines, antes de nuestra hora para entrar en el palacio.

Nos quedamos sin Notre Dame. Una gran falta del programa. Por ello, y por millones de razones más, habrá que volver.

Mi padre, desde que soy pequeño, recuerdo que habla de un viaje que hizo de joven con sus amigotes por Europa, y sospecho que yo, dentro de muchos años, seguiré fardando de esta aventura del Equipo K (Los kamikazes Iván, Josean, Raul, y nuestra Dartañana Marian, más este liante).

Enhorabuena a Fekoor por hacer posible esta intrépida semana. Todo mi animo y apoyo para que no dejéis de ofrecer la posibilidad de conocer mundo, a personas que realmente lo tenemos difícil para conseguirlo.
Solamente, la movida del vuelo ya representa todo un reto. Casi todos tuvimos suerte, menos uno de los nuestros al que el personal de Easyjet le averiaron la silla. Eso si, tuvieron la deferencia de liársela a la vuelta.

Por cierto, un abrazo para el resto del grupo. Entre todos, hemos generado grandes recuerdos.

Termino esta saga con una secuencia de un reto Parisino improvisado (hay o no hay?), y más fotos del viaje.

Hasta el próximo!





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