Más allá de #Bizkaiaccesible: Astigarraga

El pasado Viernes disfrutamos de una de las excursiones «reinas» del año.

En Astigarraga, visitamos el Sagardoetxea -museo de la sidra- donde se aprende mucho sobre esta rica y típica bebida del lugar. Su historia y proceso de elaboración nos fue amenamente contado por Leire y Ainize (espero que la memoria no me falle). Y después de la teoría, me parece muy bien, que llegue la práctica. Una divertida cata con dos tipos de sidras y unos apreciados pintxos mientras seguíamos hablando y preguntando, mientras disimuladamente pedíamos más, finalizó la entretenida visita.

Como en todos los destinos que elegimos, la accesibilidad nos acompañó  fielmente. Mi vejiga no me lo recordó y no me fijé si contaban con WC adaptado. Mi profesionalidad aún falla un poquito. Con tantos «factores externos» para atender, se me pasan detalles. Prometo mejorar. Si alguien me puede echar algún capote con este dato, le invito a una sidra, jeje.

Para llegar hay que tomar un agradable camino peatonal por una zona verde con alguna cuesta, que hace recomendable llevar motor.
Afortunadamente, mi Quikie Salsa M vuelve a ser obediente, y con su Joystick nuevo me lleva donde quiero sin rechistar. Algo que he echado mucho en falta, con miedo de que no se vuelva a repetir. Por suerte, las predicciones de mis paranoias no se han cumplido y llevo semanas de vuelta por aceras, paseos y Metro.

A la hora de comer, llegaba el plato fuerte. Teníamos reserva en la sidrería Petritegui. La aconseje por su amplitud, 0 % en barreras (WC incluido), vistosidad y, como no, por lo rico que lo hacen todo. Ya la he frecuentado varias veces, en grata compañía, y sabia que no me iba a fallar.

Unos momentos lúdicos, desenfadados y jugosos que el grupo tuvo oportunidad de pasar alegremente como tantos y tantos ciudadanos de aquí, de allá y de diversas condiciones, que gozan de esta actividad ocio-gastrónoma con pleno Derecho.