Todas las entradas de: Diego Lastra

Que siempre nos quede Paris.

Es emocionante saber que en unas horas, ratos o minutos vas a vivir algo muy esperado, y desconocer como te vas a sentir, pero con la certeza de que pronto vas a desvelarlo.

Llegando a Paris, después de cruzar el aburrido pero rápido túnel de La Mancha -que tantas veces he imaginado cruzar, con algún coche divertido- y tras recorrer casi 300 km. así me sentía.

Entrando por el norte de la Capital, enseguida empecé a percibir que mi intuición funcionaba a la perfección.
Parada técnica en el hotel, y de cabeza a ver la panorámica de la ciudad. Algunos ansiosos ni bajamos del bus (se llama autocar, vale).

Ya por el centro de la ciudad, me llegó la confirmación de que La Ciudad de La Luz, me atrae especialmente.

Subido en la segunda planta de la Torre Eiffel, pensando en mis cosas, con aquellas idílicas vistas, me di cuenta de todo aquello era increíble aunque, a la vez, sencillamente real y alcanzable. Ahora forma parte de mi vida.

Al tercer piso no permiten subir a sillas de ruedas por motivos de seguridad, pero a unos 160 m. de altura, como veis, el alucine ya es desvariante.
Hay toilttes adaptados, ascensores como autobuses, no hay que hacer cola, y tanto los «ruedas» como sus compañías pagan la mitad del precio (4,5 €).

Para llegar hasta allí, guié al Equipo K desde el Arco del Triunfo por Avenue Kleber hasta Jardins du Trocadero, los cuales hay que rodear para llegar al Sena, por tener una trampa en forma de escalinata.
Un dato curioso para transitar por esos Boulevards: Los semáforos duran muy poco. Hay salir dejando rueda para cruzar, en cuanto se pone en verde. Y aún así cambiará a rojo antes que llegues al otro lado.

De regreso por la misma ruta, las baterías empezaron amenazar seriamente -las carreras por los jardines de Versalles pasaron factura-, pero nos llegaron para coger el bus urbano y alcanzar nuestro alojamiento.
Como el de Inglaterra, pertenecía a la cadena Ibis. Las accesibilidad y el estado de las habitaciones adaptadas es correcto, a falta de alguna barra más en los WCs, para los que tuvimos la suerte de contar con ellas.
Lo que si era una lotería fue la configuración de las habitaciones, asignando camas de matrimonio a quienes no les conviene, en varias ocasiones, y sin solución por parte del hotel.
Menos mal que el Equipo K puede con todo.

En cuanto al transporte Parisino, el único que garantiza la accesibilidad es el autobús. La mayoría de las estaciones de Metro son impracticables menos en la línea 14, y -yo que soy un voyeur de automóviles- he de decir que no vi ni un solo taxi adaptado.
(Sobre el Metro de Londres, se me pasó destacar que las puertas de lo vagones siempre se abren solas, sin tener que alcanzar botones o buscar a alguien que lo haga, como en el de Bilbao. Un gran punto a su favor, que  te ahorra mucha tensión).

Afortunadamente, nosotros contábamos con nuestro autocar adaptado que nos acercó a Montmatre, donde hicimos uso del funicular para seguir subiendo y subiendo hasta el Sagrado Corazón (ascensor y wc adapté).

Con el utilitario de 55 plazas, accedimos al garaje de Louvre. Un sorprendente hallazgo por la inmensa cantidad de vehículos similares que caben allí dentro.
En el museo más importante del mundo no se encuentra ni una barrera. No tendrás problemas, siempre que alguien te guie por los numerosos ascensores que hay que coger, y mientras no te metan prisa porque van a cerrar alguno.

Por último, la visita a Versalles. Además del mencionado paseo rápido por los jardines, antes de nuestra hora para entrar en el palacio.

Nos quedamos sin Notre Dame. Una gran falta del programa. Por ello, y por millones de razones más, habrá que volver.

Mi padre, desde que soy pequeño, recuerdo que habla de un viaje que hizo de joven con sus amigotes por Europa, y sospecho que yo, dentro de muchos años, seguiré fardando de esta aventura del Equipo K (Los kamikazes Iván, Josean, Raul, y nuestra Dartañana Marian, más este liante).

Enhorabuena a Fekoor por hacer posible esta intrépida semana. Todo mi animo y apoyo para que no dejéis de ofrecer la posibilidad de conocer mundo, a personas que realmente lo tenemos difícil para conseguirlo.
Solamente, la movida del vuelo ya representa todo un reto. Casi todos tuvimos suerte, menos uno de los nuestros al que el personal de Easyjet le averiaron la silla. Eso si, tuvieron la deferencia de liársela a la vuelta.

Por cierto, un abrazo para el resto del grupo. Entre todos, hemos generado grandes recuerdos.

Termino esta saga con una secuencia de un reto Parisino improvisado (hay o no hay?), y más fotos del viaje.

Hasta el próximo!





LondonAye

Estoy medio dormido, como atontado. La deceleración ha sido fulgurante. Después de una semana sin bajar de las 7.000 rpm. llegar hasta casi el relentí me ha provocado somnolencia.

El reto del año, y por lo menos de los últimos 10 -cuando viaje a Italia-, ha sido cumplido, superado y, sobre todo, gozado.

Imposible contarlo todo en un post, porque seguro que me dejo algo. Así que dudo mucho que esta sea la única entrada dedicada a nuestro tour de Bilbao a Biarritz, pasando por Londres y Paris.

Hace ahora exactamente una semana, me encontraba en el Brithis Museum (buena accesibilidad salvo por un ascensor pequeño, con amenaza de avería, y por la sala de las momias que es tan inaccesible como una pirámide.), ya habíamos visto los puntos emblemáticos de London desde el autocar e incluso había hecho alguna escapada por China Town.

Cuando en menos de 2 horas llegas a un destino alcanzado con, por lo menos, un retraso de 15 años, a uno le cuesta aceptar que está allí.

Esta sensación se agrava dentro del bus, con unas ventanas que parecen pantallas de video. Sólo cuando te bajas y te sumerges en la calle, sientes que es real. Circulando con mi Salsa M de sustitución (la mía me dio plantón) agradezco a las maquinas del espacio-tiempo por permitirme transitar por tantas ciudades.

Y ahí es donde, verdaderamente, se analiza la adaptación de la urbe. Rebajes no faltan a la hora de cruzar. Mas vale mirar hacia el lado correcto al hacerlo y no distraerse por los miles de atractivos estímulos que nos rodean.

El Underground es muy antiguo y muchas estaciones tienen un peldaño ofensivo. Pero en las que están bien, la atención es comparable a la de un aeropuerto, con servicio de acompañamiento tanto para entrar como para salir.
Personalmente, prefiero la disposición totalmente horizontal para colocar la tarjeta. En cambio, las de Londres se chequean sobre una base inclinada lo que. seguramente, me iría peor. Suerte que iba en buenísima compañía. ; )

Los famosos autobuses están adaptados, con sólo una plaza para silla por bus. Bueno, eso en teoría, porque como en nuestro equipo de Kamikazes íbamos dos rodadores, el conductor permitió que  nos apretujáramos para ir todos juntos.
No tuve ocasión de probar los pintorescos taxis, pero oí quejarse a un colega del grupo de la puerta era estrecha.

El castillo de Winsor también es visitable, aunque no recomendable para grupos grandes de silleros con falta de tiempo,  porque los dividen y hasta que no salen unos no entran otros.

El Londonaye tampoco discrimina a nadie, y va tan despacio que me daban ganas de subirme en marcha, como el resto de la people.. Pero no, la paran y despliegan una pasarela portátil, que se despliegan como un libro, para salvar una separación milimétrica.

Gracias a nuestra «guía local» Ainara, conquistamos el Soho, Covent  Gardent Garden, Trafalgar Square y paseamos junto al Thamessis hasta llegar a un espectacular Pub junto al rio , de cuyo nombre debería acordarme. Me informaré.

Después de todo esto, uno piensa con mentalidad de despedida sólo por un instante, al cabo del cual caes en la cuenta que aún queda otra capital por conocer en las próximas horas.

Continuará.

 

Rutas silleras: Faro de Gorliz.

Una nueva oleada de averías encadenadas ha atacado a mi Quikie Salsa M.

Ya comenté que después de intentar quitar un ruido, la silla había quedado medio coja, una de las horquillas delanteras no direccionaba bien y le había salido un «canario» muy simpático.

Tras un nuevo paso por el taller, con cambio de horquilla y ruedas delanteras, además de liberación del pajarito cantarín -por más de 300 €-, el chasis vuelve a crujir de una forma muy parecida a como cuando, hace menos de un año, me confesaron que estaba roto por un defecto de fábrica, teniéndomelo que cambiar (con ruedas y horquillas incluidas).

Por un paseo liso suena como un viejo bergantín del siglo XVI. Pero, para probarla definitivamente, me he ido hasta el faro de Gorliz. Una agradable subida asfaltada entre el monte, pasando cerca de granjas, hasta el para mi desconocido faro.

Vigilando un poco los baches y las pocas inclinaciones del pavimento, se puede disfrutar de unas nuevas vistas para los que no somos unos mohicanos, precisamente.

Hay un tramo que anuncia «Peligro por desprendimientos» que da un punto de emoción a la hazaña, pero que al parecer no es para tanto y los aventureros no dudamos en pasar para coronar el Cabo Billano.

Una ruta muy recomendable para silleros. Incluso se me paso por la imaginación organizar una prueba cronometrada

La Salsa subió como un cohete -no metí quinta para no dejar atrás a la fotógrafa-. Las baterías ni se inmutaron y hubieran soportado muchos más kilómetros para arriba o varias noches de fiesta.

Por eso, para  una máquina de este calibre no puede ser normal que suene como una cama oxidada. Me niego a aceptarlo, y la marca seguro que también.

Todos sabemos que una silla de ruedas es un producto con el que compartimos muchos horas al día, por lo que debe garantizar una mínima calidad de rodadura incuestionable.

La conquista Cantábrica.

Un año más, he atravesado las arenas de Plentzia y he llegado a zambullirme en las orillas del Cantábrico, gracias al servicio de baño asistido de Bidaideak.

En esta «campaña», sin duda, he batido el record, bañándome casi todas las semanas (muchas de ellas, varios días).

Los baños no son interminables, como los de Menorca, pero me he hecho a las temperaturas de este rudo mar.

Recuerdo cuando esperaba hasta agosto para sumergirme en el Mediterráneo, pensando que lo de aquí no era para mi.

También recuerdo cuando miraba por encima de hombro a esas sillas anfibias. Pensaba que mis movimientos de lagartija no se adaptarían a ellas y, sin embargo, las he abordado. He conseguido gobernarlas, dando con mi posición personal adecuada, para comprender que son un buen medio de transporte arena-acuático.
Las maniobras de embarco y desembarco (sobre todo en el agua son más complicadas) las tenemos muy depuradas, contando con la experiencia y destreza de los profesionales que las ejecutan.

Un pena que esta semana termine su temporada. Más teniendo en cuenta que por aquí, en septiembre, es cuando resurge el sol.
Este es una de las debilidades de este programa. Debería durar toda la temporada de playa. Y, puestos a pedir, que exista en mas localidades de nuestro litoral o que -en plan utópico- haya turnos nocturnos.
Alguna que otra vez me hubiera beneficiado de ello en este verano, jeje, pero eso ya es fantasear con la igualdad.

P.D.: 23 días para circular por Europa.

Aún dependiente.

No paras, estás en todas, vividor, juerguista, como vives……………..

Bueno si, me voy defendiendo pero, como decía el Señor Lobo en Pulp Fiction: —————. Mejor no lo reproduzco aquí por si hay niños, pero lo que venia a querer expresar es que aún no hay que cantar victoria.

Porque aún sigo sin dirigir mi vida, ni ganármela (los que interactúan en ella decidiendo, eligiendo, optando, acertando y fallando; me parecen participantes de un  juego apasionante).
Sin disponer de mi tiempo para poder improvisar y acudir a donde debo, deseo o necesito estar, sin tener que chupar -como un vampiro- la libertad de otra persona.
Y porque un año más no puedo asistir a La Marcha por la Visibilidad de la Diversidad Funcional, organizada como siempre por el Foro de Vida Independiente.

Palacios adaptados

Sí, existen.

Hemos visitado el palacio Chábarri, sede de la Subdelegación del Gobierno en Bizkaia.

Como edificio público que es, se puede visitar y ha sido adaptado para que a nadie, que lleve pasando por ahí toda la vida, le siga sin llamar la atención.
A veces tenemos delante cosas impresionantes, que buscamos cuando viajamos, y no las vemos.

Un elevador sube hasta el hall, desde donde se accede a las oficinas, sala de reuniones y la deslumbrante Sala de los Espejos.

Es curioso subir en el ascensor de época pero restaurado, con sofacito y todo, para llegar a lo que era la vivienda de la familia Chávarri, mientras disfrutaron de su construcción.

Merece ver por su arquitectura, su decoración, su ornamentación, pinturas, lámparas, y alfombras que son lo único que detienen un poco a nuestras ruedas. Pero con cuidado y buscando los sitios más adecuados, se puede llegar a casi todos los rincones abiertos al público.

P.D.: 30 días y pocas horas para el despegue.

Trata de arrancarlo, Diegooo!

Hace varios días, estaba pensando, en broma, que si tendría espacio de sobra haría un museo con mi sillas -como el que Alonso ha hecho con sus F1s-, en el que la Quickie Salsa M se merecería el pedestal más alto, por el juego que me está dando.

Sin embargo, finalizando la última etapa del «campeonato» de la Aste Nagusia Bilbaina, me dejó tirado en medio de una txosna, rodeado de peña y con el asiento elevado, sin poder bajarlo -por lo tanto, sin poder entrar en un coche- ni moverme.

Tuve que ser empujado hasta Seguir leyendo Trata de arrancarlo, Diegooo!

Ignorante envidia.

Desde hace ya algún tiempo, me vengo dando cuenta de que, a ciertas mentes «sencillas», les cuesta entender e incluso les molesta que las personas en desigualdad de condiciones se nos tenga alguna consideración.

Véase las plazas de parking para personas que nos empeñamos en aumentar nuestra reducida movilidad o, por ejemplo, las zonas que se habilitan para poder ver conciertos sin que nadie se te ponga delante, interfiriendo en tu contacto visual con el escenario.
Más de una vez, me han dicho «jo! Que suerte tenéis». Lo que no sé es si tomármelo a risa o aconsejarle que se corte una pierna para gozar de mis mismos «privilegios». En sus manos está.

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