Rutas silleras: Faro de Gorliz.

Una nueva oleada de averías encadenadas ha atacado a mi Quikie Salsa M.

Ya comenté que después de intentar quitar un ruido, la silla había quedado medio coja, una de las horquillas delanteras no direccionaba bien y le había salido un «canario» muy simpático.

Tras un nuevo paso por el taller, con cambio de horquilla y ruedas delanteras, además de liberación del pajarito cantarín -por más de 300 €-, el chasis vuelve a crujir de una forma muy parecida a como cuando, hace menos de un año, me confesaron que estaba roto por un defecto de fábrica, teniéndomelo que cambiar (con ruedas y horquillas incluidas).

Por un paseo liso suena como un viejo bergantín del siglo XVI. Pero, para probarla definitivamente, me he ido hasta el faro de Gorliz. Una agradable subida asfaltada entre el monte, pasando cerca de granjas, hasta el para mi desconocido faro.

Vigilando un poco los baches y las pocas inclinaciones del pavimento, se puede disfrutar de unas nuevas vistas para los que no somos unos mohicanos, precisamente.

Hay un tramo que anuncia «Peligro por desprendimientos» que da un punto de emoción a la hazaña, pero que al parecer no es para tanto y los aventureros no dudamos en pasar para coronar el Cabo Billano.

Una ruta muy recomendable para silleros. Incluso se me paso por la imaginación organizar una prueba cronometrada

La Salsa subió como un cohete -no metí quinta para no dejar atrás a la fotógrafa-. Las baterías ni se inmutaron y hubieran soportado muchos más kilómetros para arriba o varias noches de fiesta.

Por eso, para  una máquina de este calibre no puede ser normal que suene como una cama oxidada. Me niego a aceptarlo, y la marca seguro que también.

Todos sabemos que una silla de ruedas es un producto con el que compartimos muchos horas al día, por lo que debe garantizar una mínima calidad de rodadura incuestionable.

Un comentario sobre “Rutas silleras: Faro de Gorliz.”

Los comentarios están cerrados.