Copilotando por la vida

Cada vez me pregunto, con más frecuencia, porque me siguen gustando tanto los coches y porque me sigo empapando de información sobre ellos. Que sentido tiene, si no recuerdo, ahora mismo, la última vez que entré en uno convencional (sin adaptar, imposible. Mi estimada compañera implegable me lo prohíbe). Y ya no digamos conducir, para mí, una utopía estratosférica de la que me parece mentira que haya estado tan cerca de alcanzar, en este mundo.

Lo mismo me pasa con muchos otros placeres de la vida. Últimamente, he pensado en centrarme únicamente, en algo que me satisfaga y que sea capaz de llevarlo a cabo. Acabar con la ansiedad que me produce la frustración de no lograrlos. La mente tiende a culpabilizarte de no darle lo que pide, olvidando que te exige algo que no está en tus manos.

Deporte? Arte? Puede que entretengan en largos periodos, pero hay aspectos y apetencias que son insustituibles. Que si te hacen tilín, no te las despegas ni queriendo. Y no quieres porque, de alguna manera, consiguen emocionarte. En el asiento del copiloto se puede gozar con gran pasión. Es un gran ejemplo. Ya lo he demostrado en alguna ocasión:

http://www.movilidadaumentada.es/2011/10/21/autonomia-para-derrapar-maginifico-video/