Intocable: popularizando la autonomía

Ayer tuve la oportunidad de ir a ver la película «Intocable», gracias a la compañía de dos amigas excepcionales y, como no, al transporte que me facilita mi madre, mi padre que me pasó a la silla de motor, etc.
No me gustaría sonar empalagoso pero siempre me gusta recalcar que, si fuera por el amparo de del estado del Bienestar, no me sería posible realizar casi nada de lo que por aquí cuento.

Por eso, celebro que se haya llevado esta historia al cine, que nos hace un gran favor para hacer pública la figura del asistente personal y demostrar su idoneidad para lograr la independencia de alguien que carece de ella.

Aunque el tema principal del guión no sea este sino, más bien, la diferencia de caracteres y como pueden encajar animándose el uno al otro, pienso que es muy positivo reflejar estas relaciones laborales en la gran pantalla.

Bien es cierto que, en este caso, el asistente adopta un comportamiento atípico, que no casa totalmente con los principios del Movimiento Vida Independiente, tomando decisiones por su cuenta que influyen en la vida de su empleador.
Sin embargo, lo paradójico de ello es que las consecuencias son beneficiosas, incitándole a vencer sus miedos o complejos derivados de sus circunstancias.

Ahí está, el que considero, el principal mensaje de este largometraje Francés: A veces la informalidad y el saltarse las normas costumbristas supone un gran acierto.

Otro detalle muy interesante que se intenta fomentar es la falta de compasión o, como una simple bata blanca puede hacer sentir mal al asistido

No obstante, para mi el lema sigue siendo el mismo: Para los ciudadanos con diversidad funcional la libertad es un bien de lujo.

Afortunadamente, pienso que estamos viviendo una evolución lenta pero progresiva, en la que se van dando pasos como con este film o con declaraciones como las que acabar de ofrecer el director del Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO) de la Universidad de Salamanca (USAL), Miguel Ángel Verdugo, en este artículo que enlazo.

La clave está en la velocidad de esos pasos, ojala el progreso social se subiera en un Maserati Quattroporte, como el de la peli. Un modelo que en las revistas nunca me ha emocionado especialmente pero, que al verlo en acción y escuchar el adictivo bramido de sus 400 cv, me ha provocado unos momentos manifiestamente excitantes.

Por cierto, la hemos visto en los cines Lauren de Getxo, que no presentan ningún tipo de prooblema de accesibilidad, situándonos en una colocación inmejorable de las salas.