Cinismo al poder

El Gobierno vuelve a sacar a la calle el debate sobre el aborto y su protección hacia los derechos del nasciturus. Sin embargo, si el futuro ciudadano dentro de unos años cae en una situación de dependencia, a nadie le preocupa que esté condenado a residir en una institución sin disponer de su vida. A adoptar la costumbre de no acostumbrarse a experimentar alegrías, sensaciones, proyectos e ilusiones.
A estar siempre a la expectativa de que alguien decida concederle un mínimo de acción de vez en cuando. A tener reglas para ir al W.C. (ducharse cada dos días), etc.
Todo esto, a los «defensores de la vida», no les causa ningún problema ético. Sin duda, una muestra flagrante de auténtico cinismo.
Muy al contrario, se siguen dedicando cantidades económicas realmente elevadas para aislar a personas, por mucho que lo pretendan camuflar bajo otras denominaciones.
Su «buena» intención pretende solucionar dos pájaros de un tiro: La dependencia y la vivienda. Ahí está el problema.
El sistema de la dependencia ha de preocuparse por lograr la plena autonomía individual. Para la vivienda, existen otras vías, otros organismos, departamentos o consejerías. Y si no ¿con que finalidad se reserva un porcentaje de pisos adaptados en las construcciones de protección oficial?