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LondonAye

Estoy medio dormido, como atontado. La deceleración ha sido fulgurante. Después de una semana sin bajar de las 7.000 rpm. llegar hasta casi el relentí me ha provocado somnolencia.

El reto del año, y por lo menos de los últimos 10 -cuando viaje a Italia-, ha sido cumplido, superado y, sobre todo, gozado.

Imposible contarlo todo en un post, porque seguro que me dejo algo. Así que dudo mucho que esta sea la única entrada dedicada a nuestro tour de Bilbao a Biarritz, pasando por Londres y Paris.

Hace ahora exactamente una semana, me encontraba en el Brithis Museum (buena accesibilidad salvo por un ascensor pequeño, con amenaza de avería, y por la sala de las momias que es tan inaccesible como una pirámide.), ya habíamos visto los puntos emblemáticos de London desde el autocar e incluso había hecho alguna escapada por China Town.

Cuando en menos de 2 horas llegas a un destino alcanzado con, por lo menos, un retraso de 15 años, a uno le cuesta aceptar que está allí.

Esta sensación se agrava dentro del bus, con unas ventanas que parecen pantallas de video. Sólo cuando te bajas y te sumerges en la calle, sientes que es real. Circulando con mi Salsa M de sustitución (la mía me dio plantón) agradezco a las maquinas del espacio-tiempo por permitirme transitar por tantas ciudades.

Y ahí es donde, verdaderamente, se analiza la adaptación de la urbe. Rebajes no faltan a la hora de cruzar. Mas vale mirar hacia el lado correcto al hacerlo y no distraerse por los miles de atractivos estímulos que nos rodean.

El Underground es muy antiguo y muchas estaciones tienen un peldaño ofensivo. Pero en las que están bien, la atención es comparable a la de un aeropuerto, con servicio de acompañamiento tanto para entrar como para salir.
Personalmente, prefiero la disposición totalmente horizontal para colocar la tarjeta. En cambio, las de Londres se chequean sobre una base inclinada lo que. seguramente, me iría peor. Suerte que iba en buenísima compañía. ; )

Los famosos autobuses están adaptados, con sólo una plaza para silla por bus. Bueno, eso en teoría, porque como en nuestro equipo de Kamikazes íbamos dos rodadores, el conductor permitió que  nos apretujáramos para ir todos juntos.
No tuve ocasión de probar los pintorescos taxis, pero oí quejarse a un colega del grupo de la puerta era estrecha.

El castillo de Winsor también es visitable, aunque no recomendable para grupos grandes de silleros con falta de tiempo,  porque los dividen y hasta que no salen unos no entran otros.

El Londonaye tampoco discrimina a nadie, y va tan despacio que me daban ganas de subirme en marcha, como el resto de la people.. Pero no, la paran y despliegan una pasarela portátil, que se despliegan como un libro, para salvar una separación milimétrica.

Gracias a nuestra «guía local» Ainara, conquistamos el Soho, Covent  Gardent Garden, Trafalgar Square y paseamos junto al Thamessis hasta llegar a un espectacular Pub junto al rio , de cuyo nombre debería acordarme. Me informaré.

Después de todo esto, uno piensa con mentalidad de despedida sólo por un instante, al cabo del cual caes en la cuenta que aún queda otra capital por conocer en las próximas horas.

Continuará.

 

Rutas silleras: Faro de Gorliz.

Una nueva oleada de averías encadenadas ha atacado a mi Quikie Salsa M.

Ya comenté que después de intentar quitar un ruido, la silla había quedado medio coja, una de las horquillas delanteras no direccionaba bien y le había salido un «canario» muy simpático.

Tras un nuevo paso por el taller, con cambio de horquilla y ruedas delanteras, además de liberación del pajarito cantarín -por más de 300 €-, el chasis vuelve a crujir de una forma muy parecida a como cuando, hace menos de un año, me confesaron que estaba roto por un defecto de fábrica, teniéndomelo que cambiar (con ruedas y horquillas incluidas).

Por un paseo liso suena como un viejo bergantín del siglo XVI. Pero, para probarla definitivamente, me he ido hasta el faro de Gorliz. Una agradable subida asfaltada entre el monte, pasando cerca de granjas, hasta el para mi desconocido faro.

Vigilando un poco los baches y las pocas inclinaciones del pavimento, se puede disfrutar de unas nuevas vistas para los que no somos unos mohicanos, precisamente.

Hay un tramo que anuncia «Peligro por desprendimientos» que da un punto de emoción a la hazaña, pero que al parecer no es para tanto y los aventureros no dudamos en pasar para coronar el Cabo Billano.

Una ruta muy recomendable para silleros. Incluso se me paso por la imaginación organizar una prueba cronometrada

La Salsa subió como un cohete -no metí quinta para no dejar atrás a la fotógrafa-. Las baterías ni se inmutaron y hubieran soportado muchos más kilómetros para arriba o varias noches de fiesta.

Por eso, para  una máquina de este calibre no puede ser normal que suene como una cama oxidada. Me niego a aceptarlo, y la marca seguro que también.

Todos sabemos que una silla de ruedas es un producto con el que compartimos muchos horas al día, por lo que debe garantizar una mínima calidad de rodadura incuestionable.

La conquista Cantábrica.

Un año más, he atravesado las arenas de Plentzia y he llegado a zambullirme en las orillas del Cantábrico, gracias al servicio de baño asistido de Bidaideak.

En esta «campaña», sin duda, he batido el record, bañándome casi todas las semanas (muchas de ellas, varios días).

Los baños no son interminables, como los de Menorca, pero me he hecho a las temperaturas de este rudo mar.

Recuerdo cuando esperaba hasta agosto para sumergirme en el Mediterráneo, pensando que lo de aquí no era para mi.

También recuerdo cuando miraba por encima de hombro a esas sillas anfibias. Pensaba que mis movimientos de lagartija no se adaptarían a ellas y, sin embargo, las he abordado. He conseguido gobernarlas, dando con mi posición personal adecuada, para comprender que son un buen medio de transporte arena-acuático.
Las maniobras de embarco y desembarco (sobre todo en el agua son más complicadas) las tenemos muy depuradas, contando con la experiencia y destreza de los profesionales que las ejecutan.

Un pena que esta semana termine su temporada. Más teniendo en cuenta que por aquí, en septiembre, es cuando resurge el sol.
Este es una de las debilidades de este programa. Debería durar toda la temporada de playa. Y, puestos a pedir, que exista en mas localidades de nuestro litoral o que -en plan utópico- haya turnos nocturnos.
Alguna que otra vez me hubiera beneficiado de ello en este verano, jeje, pero eso ya es fantasear con la igualdad.

P.D.: 23 días para circular por Europa.

Palacios adaptados

Sí, existen.

Hemos visitado el palacio Chábarri, sede de la Subdelegación del Gobierno en Bizkaia.

Como edificio público que es, se puede visitar y ha sido adaptado para que a nadie, que lleve pasando por ahí toda la vida, le siga sin llamar la atención.
A veces tenemos delante cosas impresionantes, que buscamos cuando viajamos, y no las vemos.

Un elevador sube hasta el hall, desde donde se accede a las oficinas, sala de reuniones y la deslumbrante Sala de los Espejos.

Es curioso subir en el ascensor de época pero restaurado, con sofacito y todo, para llegar a lo que era la vivienda de la familia Chávarri, mientras disfrutaron de su construcción.

Merece ver por su arquitectura, su decoración, su ornamentación, pinturas, lámparas, y alfombras que son lo único que detienen un poco a nuestras ruedas. Pero con cuidado y buscando los sitios más adecuados, se puede llegar a casi todos los rincones abiertos al público.

P.D.: 30 días y pocas horas para el despegue.

Trata de arrancarlo, Diegooo!

Hace varios días, estaba pensando, en broma, que si tendría espacio de sobra haría un museo con mi sillas -como el que Alonso ha hecho con sus F1s-, en el que la Quickie Salsa M se merecería el pedestal más alto, por el juego que me está dando.

Sin embargo, finalizando la última etapa del «campeonato» de la Aste Nagusia Bilbaina, me dejó tirado en medio de una txosna, rodeado de peña y con el asiento elevado, sin poder bajarlo -por lo tanto, sin poder entrar en un coche- ni moverme.

Tuve que ser empujado hasta Seguir leyendo Trata de arrancarlo, Diegooo!

Ignorante envidia.

Desde hace ya algún tiempo, me vengo dando cuenta de que, a ciertas mentes «sencillas», les cuesta entender e incluso les molesta que las personas en desigualdad de condiciones se nos tenga alguna consideración.

Véase las plazas de parking para personas que nos empeñamos en aumentar nuestra reducida movilidad o, por ejemplo, las zonas que se habilitan para poder ver conciertos sin que nadie se te ponga delante, interfiriendo en tu contacto visual con el escenario.
Más de una vez, me han dicho «jo! Que suerte tenéis». Lo que no sé es si tomármelo a risa o aconsejarle que se corte una pierna para gozar de mis mismos «privilegios». En sus manos está.

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Whastapp around the word

En este verano, mis palabras han llegado a Japón, China, Argentina, Escocia, varios países de Europa del Este, Menorca, y planean ser leídas también en Perú y Cuba.

Todo gracias a la movilidad de los móviles de mis colegas y a la interrelación electrónica que permite viajar a mis ocurrencias, pensamientos, fotos y sentimientos.

                   

Me alegra saber que las comunicaciones de mis Whastapperas y Whastapperos también van a volar por la inmensa red hasta

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Laida es terreno abrupto.

Después de la completa agenda de «movidas» que hemos cumplido esta temporada, el cuerpo me pide más acción, y no solamente de índole ociosa. Pero, en fin, de momento es lo que hay.

                    

Así que antes de ayer, mi «super cuidadora familiar» y yo organizamos una expedición por nuestra cuenta a Laida.

Acostumbrados a hacer uso del servicio de baño adaptado de Bidaideak en la playa de plentzia, decidimos cambiar de paisajes e ir a las playas del Urdaribai.
Siempre había oído y leído que en Laida también estaban los de Bidaideak para bañarme. Sin embargo, mi madre se empeño en confirmarlo, mirando en la Web de esta organización.

                  

Ves! Le dije. Pero, el que no creí lo que vi fui yo al llegar y llevarme un gran desengaño.

– Este año se han trasladado a Mundaka – Nos contaron en Laga. Una bonita playa, a la que tenía ganas de volver para recordar cuando iba siendo un renacuajo y, con los brazos de mi padre, me sobraba para  no echar en falta pasarelas, ni accesos, ni siquiera silla.
Como me lo pasaba de camino, por las curvas de Morga.

El caso es que no volveré. Hay una zona reservada para aparcar pero nada más. Sólo se puede llegar al chiringuito.
Hasta para llegar a la escueta pasarela hay dos escalones.

De vuelta a Laida, aparcamos en una plaza de las nuestras e intentamos probar suerte, recorriendo el paseo que, por cierto, solo cuenta con un rebaje en todo su recorrido. Por lo que si estás en el otro extremo te encuentras sin salida. Esto en el de la playa, porque después continua otro por la costa, totalmente segregador.

Bueno, pues paseando vimos una pasarela para las duchas que, seguramente, por un excedente de tablas se alargaba un poco más, y allí acampamos, divisando la orilla en lontananza.

                   

Cuartos de baños adaptados si que existen, pero sin barras y con el lavabo fuera.

Todo esto me recordó al gran Juan Luis Galiardo, en no sé que película, diciendo «esto es terreno abrupto».

Más allá de #Bizkaiaccesible: Donosti.

Última escapada express de la temporada, anterior al parón veraniego,  de las excursiones que organizamos desde Sancho Azpeitia para Fekoor.

El destino: Donosti. Visita guiada, primero panorámica y luego rodada por el casco viejo de Donosti.
Paseando por sus calles, el apetito se pone a cien en 0,2. El reto no era sencillo, porque cuando el grupo de silleros es numeroso y, además, se cuenta con el tiempo justo, hay que andarse muy listo.

Por un momento, ves peligrar saciar tus ansias de pintxos, pero estuvimos espabilados y cumplimos sobradamente.
Dando unas pocas vueltas, dimos con dos locales para todos los públicos.
Primero en Casa Alcalde (Mayor Kalea , 19) encontramos pintxos para elegir. Cuenta con una rampa que aplasta al típico peldaño. Bares tan importantes como el Gambara (en la misma calle) no se han desecho de el.
En cambio, en el Alcalde nada nos impide llegar a la barra, y eso hay que agradecerlo.
Lo único que le falta para que nadie me saque de allí es el WC, que no está adaptado. Sin embargo, en las cercanías no es complicado encontrar uno. Los del Alcalde, que son unos enrollados, te indicaran donde poder………

Por ejemplo, en la Chocolatería El Puerto (Calle Puerto, 19). Allí no sólo ofrecen lo que su nombre indica, sino que también preparan platos combinados, bocatas, etc.
Es amplio, accesible y, por lo tanto, nos solucionó nuestro objetivo que no era otro que toda nuestra peña coma junta, para no desperdiciar el buen royo que nos manejamos.

Después, nos hubiéramos quedado muy a gusto en alguna terraza de la Plaza de la Constitución -tomando un mojito-, pero el horario del programa nos hizo abandonar esta preciosa ciudad, que hay que ver lo «guapa» que se pone en verano, antes de que nos diéramos por satisfechos.