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#Bizkaiaccesible: Karrantza pack

Como decía el director de Ferrari, Stefano Domenicali, cuando ganaban carreras, FENOMENAAAAAAALE!

Así están saliendo las excursiones de día que estamos organizando desde @FkrAisia, cada vez mejor.

 

La del último viernes ha sido muy intensa, interesante y divertida. En el Valle de Karrantza, además de contar con sus agradables paisajes, existen dos emplazamientos altamente recomendables y preparados para todos los públicos.

Nosotros por la mañana decidimos visitar el Karpin. Un centro de acogida de animales abierto al publico. En el enlace encontraréis toda la información que os haga falta. El caso es que su recinto contiene un trayecto peatonal muy adecuado para hacerlo en silla. Eso si, aconsejo que sea de motor. Sus frecuentes pendientes, sirven para poner a prueba propulsores y baterías.

Como os imaginaréis, yo exprimí mi «Quickie Salsa M» a fondo, enfrentándola a las rampas más exigentes para arriba y para abajo. La respuesta fue intachable y las baterías no se resintieron demasiado. Es cierto que ha sido el día que más me ha consumido, pero, aún así no me ha impedido afrontar una larga jornada de 22 horas sentado encima de ella.

Como digo, la accesibilidad no presenta problemas. Hay surcos para canalizar las aguas que se salvan con unas chapas metálicas que hemos estrenado. Los baños no faltan y se encuentran en vías de una mejorable adaptación. Dicho esto, queda claro que se puede disfrutar de este parque que no hay que confundir con un Zoo. Aquí se cuidan animales que por alguna razón no pueden volver a su medio. Muchos de ellos por  tener alguna tara. ¿A que me suena?


De todas formas, para mi, la sorpresa llegó por la tarde. Parece mentira, pero a veces tenemos auténticas maravillas a nuestro alrededor y pasan los años sin enterarnos. Me refiero a las cuevas de Pozalagua, reconocida por la sala más grande de toda Europa.

Recuerdo cuando de pequeño me quedaba con las ganas de entrar en las cuevas de Santimamiñe, y en cambio a estas alturas ya he entrado en dos diferentes. Eso es progreso. Por eso aprecio tanto que se ponga una plataforma para descender por sus estrechas escaleras que cruzan la roca, casi rozándote la cabeza si no la agachas.

Esto junto con el justo tamaño del elevador, que hace que tengas que hilar muy fino en la  maniobra, da una emoción que va in crescendo según vas descendiendo y descubriendo todo lo que allí nos aguarda. Varias cavidades repletas de estalactitas y estalagmitas goteando con más frecuencia de la que me imaginaba. Todo ello recorrido por una pasarela que nos lleva hasta el fondo sin preocupaciones.

La  verdad es que es impresionante y un privilegio poder acceder a una increíble obra de la naturaleza. Claro que una vez haberlo gozado, también conviene regresar a la superficie y a la vida electrónica. En mi caso, me tocó subir el último – yendo con un grupo numeroso de sillas, hay que tomárselo con paciencia porque la «montaña rusa» es lenta-. Por fin, cuando llegó mi turno de huida el sistema hizo choff. Jajaja. No nos lo podíamos creer. Estaba atrapado allí con mis 145 kg de silla pegada al suelo.

Suerte que uno  de los nuestros tiene unas cuantas horas de vuelo en uno de esos aparatos y dedujo que le habría dado al botón de seguridad. Y efectivamente, a la atura de mi codo había un botón rojo que, con mi inoportuna torpeza, había accionado.

Todo tiene alguna razón y cuando Dieguito está por en medio ahí lio seguro, jeje.

Menos mal que estaba inteligentemente acompañado y nos sirvió para echarnos unas risas, con algo de emoción.

Ahora a por más momentazos!

Más que #Bizkaiaccesible: Santander

En Santander habré estado como sofecientasmil veces. En el colegio, era una excursión de culto. Por descontado, en autocar sin adaptar, subiendo a pulso con la ayuda de los compañeros, y la silla plegada en el portamaletas, por supuesto, sin motor.

Con la familia, otras tropecientas. De pequeñito y de mayor. Sin embargo, está ocasión ha sido diferente.

Aunque el destino sea archiconocido, siempre hay algún aliciente. Por una parte, el hecho de haber colaborado con la organización. Por otra, el disponer de una guía que nos hizo una ruta turística por toda la ciudad.

Después, una golosa comilona en La Casa del Indiano, donde nuestro grupo de 29 «excursioneros» -9 rodantes- no tuvo problemas para ubicarse y pasar un rato agradable en magnífica compañía.
Un sitio muy recomendable, de correcto acceso. Con baños adaptados que, aunque sean de pago, en el restaurante te facilitan una manera de «pasar por debajo de la puerta».

Además, ofrece una extensísima carta para todos los gustos, apetencias, apetitos y bolsillos.
Yo, tras muchas dudas, me decidí por un «cocido montañes» y no me arrepentí, a pesar de que los platos que me rodeaban también me atraían tanto que no me pude resistir a «catarlos». Eran de una calidad casi tan alta como la de la asistencia con que conté para devorarlos.

Así que en definitiva, un éxito de día que esperamos convertirlo en costumbre.

A mi, que me echen vivencias, que yo las escribo.

 

Exposición mutante

Estoy contento. Siguen llegando nuevos proyectos. El próximo, esta semana que entra.

EL Miércoles, dia 5, todos los artistas de Sancho Azpeitia (@FkrAisia) inauguramos una exposición, para mostrar toda nuestra obra, en el centro cívico de Deusto, Avenida Aguirre Lehendakari 42 48014 Bilbao.

Aquí está el cartel que estamos repartiendo para promocionar nuestra «exhibición» pictórica y escultórica:

Barcelona, Barcelona

Hace malo. Estoy constipado y aburrido, así que no pueden darse mejores circunstancias para que finiquite esta trilogía sobre el viaje que he hecho a Barcelona con Fekoor.

Debido a la curva aguafiestas que ya he mencionado, sólo pudimos catar lo que realmente es Barcelona en dos ocasiones.

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