Un pasado adaptado

Hoy ha sido un día completo, bueno, como todo el fin de semana. Esta mañana entrenando muy seriamente (sinónimo de profesionalmente) con la selección de boccia de Euskadi y ahora, por la tarde, me pongo a escribir sobre el último descubrimiento en #bizkaiaccesible.

Parecía que mi silla llevaba incorporado un «condensador de fluzo»  y que había retrocedido al siglo XVIII, cuando visitamos la Ferreria El Pobal, en Muskiz.

Resulta un tanto paradójico, moverse por el interior de una ferrería hidráulica de aquella época, con una silla electrónica. Sin embargo, no hay más que dejarse llevar por el itinerario y por las indicaciones de la simpática guía, para descubrir que el pasado se puede abrir a todos los públicos, desafiando al presente más avanzado.

La fragua, la carbonera, los fuelles de piedra, el horno de reducción, el martillo pilón. En sus mejores años, no contaría con tanta accesibilidad, pero ahora, gracias a ella me he vuelto a sorprender visitando todos sus emplazamientos y viendo en funcionamiento todos sus ingeniosos mecanismos.

Al salir, «Regreso al Futuro». Un Zasca! En toda la boca, para los que «alegan» que los edificios históricos no se pueden adaptar y para quienes  les basta con solamente abrirse a aquellos que cumplen el estándar socialmente estereotipado.