Balance cañero 2014

Como cuando desde un barco se va en dirección a la costa, desde altamar, primero sólo se ven luces o puntos lejanos. Con un avance lento pero constante, con la imperturbable proa subiendo y bajando por las olas,  la orografía va creciendo en el horizonte. Con algo de paciencia, controlando la ansiedad, se llega a un puerto no tan inalcanzable como parecía.

Así fue la travesía del pasado año, pensando en el viaje al extranjero organizado por Fekoor. Primero rumores, escuchas, comentarios. Luego conocimiento del destino y precio, búsqueda de acompañantes (formación del equipo K), fecha de inscripción para, a continuación, aguardar la esperada confirmación, que por cierto me tocó estando de pintxos por el casco de Donosti, en una de nuestras excursiones de día que liamos unos cuantos colegas desde Sancho Azpeitia. Buen momento para celebrar este paso  clave.

Finalmente, tras unos julio y agosto fiesteros, y un septiembre de relax y de preparativos, llegó el despegue. La coronación de la buscada cima.

Al igual que un velero deja atrás con mucha mayor velocidad a otro, al que tanto le ha costado superar, así van pasando las vivencias y el tiempo. Hace falta mirar las fotos del móvil, para recuperar todos los destinos conquistados y transitados con mi módulo de movilidad autónoma (silla). Para mí es como coleccionar lugares por los que la he conducido. Una gran colección de imágenes que da para un gran mural.

Desde la Plaza Porticada de Santander hasta la bodega de la Dinastia Vivancos o el ya el incondicional 3D. La subida por el Carpin, en Karranza, o el descenso a sus cuevas tras una gamberra alubiada. Todo queda. El paseo por el Cabo Peñas. Las calles de Gijón, más su fiesta en nuestro pub favorito. Los grandes ratos en la tasca-tienda-terraza de Lamuño.

La visita a Astigarraga, fue otro día clave. Probablemente, yo le daría el premio a la mejor excursión.

El Karaoke de Ejea de los Caballeros, en donde aún me deben de andar buscando por el acto terrorista que cometí contando “Bailandooo…..”, contribuyó a mermar mis niveles de vergüenza, que siguen decayendo en picado. Por ejemplo, con las numerosas charlas en universidades, academias y colegios, no sólo he perdido el miedo escénico sino que he cumplido algo para mí impensable, hablar en público. Y aún más importante, desempeñar una labor social muy importante y necesaria.

El resto del activo lo completan una exposición de pintura junto con todo el tiempo dedicado a esta afición, las salidas del medio día de los viernes como por ejemplo al Museo de las Reproducciones de Bilbao, el paseo a bordo del Laguna GT con el Club Renault, numerosas noches de bachata y de diversión, practicando pasos innovadores en compañías que no obedecen a estándares ni a limitaciones, otras muchas más madrugadas veraniegas en Sopelana, Puerto Viejo, Algorta, Bilbao, etc.

Como ya viene siendo una costumbre a conservar, en el Concurso de Paellas de Aixerrota, nos juntamos toda la panda de Bizkel. Y como siempre, el buen ambiente se alargó, y se alargó hasta convertirse en una noche inolvidable.

Me quedo con momentos puntuales como cuando bajé del autocar, me separé del grupo concentrado en torno a él, y me vi solito en el centro de Piccadilly Circus, o cuando encontré mi auricular perdido en el suelo de Basagoiti, en plenas Jaiak, pidiendo auxilio entre pisadas, con el destello de su Led. Con la entrada de una resplandeciente novia en el banquete de su boda, o experimentando y concursando con el acrílico, viajando en mi coche hacia un carnaval estival improvisado en Noja, bañándome en plentzia antes de subir hasta el faro del Cabo Billano, o emocionándome con las miradas que un hada me dedicaba mientras nos cantaba; y otros muchos instantes más que pertenecen al secreto de sumario.

En la parte negativa del balance figuran: Una prueba fallida de Quads adaptados. También queda pendiente el salto en tirolina, del que estuve muy, muy, muy cerca. La negativa del Puente Colgante al pretender subir a sus alturas, o la corta estancia de 5 horas en San Fermín que me dejó con las ganas explorar sus horas nocturnas. Más frustrantes, todas las “misiones” que me he visto obligado a abortar debido a averías mecánicas o electrónicas. Entre ellas, las dos roturas de joystick en un mismo año. Una dramática estadística que me causa inseguridad en mis desplazamientos, a la vez que los hace más emocionantes, jeje.

También he podido verificar que, para poder mantener una verdadera y adulta relación afectiva, es indispensable contar con una buena autonomía tanto física como económica, y si la primera falla, la segunda ha de estar muy fortalecida para ser capaz de esquivar inconvenientes, saltar barreras, y en definitiva, ser competitivo  en la sociedad.

El objetivo pendiente por excelencia, sigo sin alcanzarlo: Encontrar una fuente de ingresos que me ayude a lograr una vida digna e independiente.

Pero como siempre ocurre, cuando se cierra un ejercicio, inmediatamente se empieza a pensar en el siguiente presupuesto, para superar al anterior. Así que, ¡a por él!