Los Blues y Bizkaibus.

He hablado mucho sobre mis andanzas en el Metro, y no me parece justo que nunca me haya referido al servicio de autobús de transporte público, Bizkaibus.

Tradicionalmente, la accesibilidad a los autobuses de línea siempre ha tenido mala fama. Las rampas o plataformas no funcionaban, o los conductores estaban poco habituados a utilizarlas.
De ello, se leían noticias desde cualquier punto geográfico.

Por eso, este servicio público merece un reconocimiento por lo bien que funciona. Las rampas, aunque vacilan un poco dando la impresión de que no van a salir, siempre funcionan. Los «pilotos», hasta el memento, siempre han sido amabilísimos. Desde su puesto, accionan el sistema sin necesidad de abandonarlo. Pero aún así, muchas veces, se me acercan por si algo me hace falta.

Nada más entrar, tengo el detector de la Barik que, al estar colocado verticalmente, pensaba que no iba a poder posicionarla, pero en los últimos viajes que he hecho he dado con la manera.
Me acerco a él, me apoyo en el reposabrazos de mi silla, y simplemente con tocarlo con la tarjeta roja, ya me ficha – para salir no hay que pasarla por ser una tarifa especial-.
Después  aparco en donde es debido y a disfrutar del paisaje en sentido contrario al de la marcha.

Existe un botón para reclamar tu parada que, aunque no es pequeño, yo agradecería un tamaño más grande por aquello de mi puntería. De todas formas, reposando la mano en el marco de la ventana, llego a darle con el pulgar.
Soy un claro ejemplo de que con un punto de apoyo se puede mover mucho.

Soy mucho más de asfalto que de carriles. Mirando por la ventana me siento mucho más en mi hábitat, mientras voy pensando en que la tecnología me está aportando mucho más de lo que imaginé, permitiéndome «volar» sin compañía, gracias a mi aparejo de movilidad aumentada, que va -como no- desde mi silla, pasando por la tarjeta mágica -ojala se podrían hacer más transacciones con la Barik-, hasta el móvil con el auricular Bluetooth, que he incorporado, con comandos de voz para contestar pronunciando la palabra «Yes». Esto es algo que para mi me resulta comodísimo en mis trayectos, al no tener que mover slider del móvil a la hora de aceptar una llamada.
Es de la marca Bluedio, y por Internet se puede conseguir a un precio bastante más asequible a lo que se encuentra por las tiendas. Además  sujeta bien -viene con patillas de diferentes tallas para usar la que mejor se te adapte-. De batería, de momento, con la primera carga que le he hecho ha durado mucho menos que el otro que tengo de Nokia. Pero aún estamos en fase de prueba. Espero que mejore en los próximos ciclos de carga.

Me pregunto hasta donde me hará llegar la electrónica. Seguramente, no tan lejos como me pide mi parte emocional pero ya veremos. A lo mejor dentro unos años soy un cyborg.

En fin, volviendo al presente, animo a todos mis colegas a que hagan uso de este medio de transporte, que como puntos negativos se le puede achacar que no circula en horas pendejas y que es más caro que el metro.