CabriolArte.

Todo al aire libre sabe mejor. Los descapotables son más sensacionales, la comida entra mejor, para la salud es primordial; y pintar he descubierto que también es una gozada hacerlo con el cielo por techo o, como mucho, las ramas de algún árbol para trabajar a la sombra.

Esto de crear, cara al público, reconozco que me ha supuesto toda una sorpresa, por la reacción de la gente que se acercaba a vernos. Todo eran ánimos y elogios, expresiones de admiración. Tantas que me vine arriba, creyéndome con posibilidades de optar a algún premio del concurso de pintura de Sopelana, en el que participábamos.

Luego ya, cuando vi la competencia, bajé de las alturas. Sin embargo, pasamos un día muy interesante, divertido y en el que abrimos muchos ojos, de niños, de mayores y de mascotas. Es una alegría lo bien que responde la gente de la calle ante la diversidad y las novedades.

Con un caballete sujeto en un banco, mi licornio y el esencial apoyo de mi profe-amiguete Ivantxu, que se empeñó en darme prioridad, me recordé a los pintores Parisinos.
A pesar de todo, mi espíritu competitivo me genera cierta frustración. Sé que es imposible llegar al nivel allí presentado, y que ese no tiene que ser el objetivo. Pero siento la necesidad de ser realmente bueno en algo. Y si me sirve para mantenerme, mejor.

P.D.: Ya, ya sé. Lo que sucede es que usamos la cámara con la que se grabó Avatar, jajaja. Papa Pitufo, Papa Pitufooo.

15 días.