Whastapp around the word

En este verano, mis palabras han llegado a Japón, China, Argentina, Escocia, varios países de Europa del Este, Menorca, y planean ser leídas también en Perú y Cuba.

Todo gracias a la movilidad de los móviles de mis colegas y a la interrelación electrónica que permite viajar a mis ocurrencias, pensamientos, fotos y sentimientos.

                   

Me alegra saber que las comunicaciones de mis Whastapperas y Whastapperos también van a volar por la inmensa red hasta

Londres y Paris. Hasta allí llevaré mi trotado móvil para seguir acompañado en todo momento por mi gente favorita, porque hoy en día todos estamos aquí al lado.

El año no me va muy bien en cuanto a consecución de retos -hasta ahora todos se han «arruinado»-. Pero este, el más grande, lo tengo confirmado. Conocer Londres y Paris. Dos destinos que han tardo en llegar, pero que ya los tengo a 48 días.
A mi edad, hace mucho que debería haberlos conquistado, pero todo va llegando. Hay que aceptar cuando se viaja a otro ritmo diferente a los demás y tener presente que mientras haya energía y carretera el avance es imparable, por lento que parezca.

Me recuerda a la película de Los «Caraduras» en la que el Pontiac Trans Am del «Bandido» corría delante de los «Smokies», mientras que el «Hombre  de Hielo», con su tráiler de 18 ruedas, seguía sus pasos a distancia, con una velocidad modesta pero demoledora, cumpliendo toda la ruta sin permitir que ningún obstáculo lo detuviese. El era el verdadero protagonista del reto, y en su llegada fue así reconocido.

Más que reto, este es un viaje de placer, si. Pero se nos presenta una preocupante debilidad.
El trato de las sillas de ruedas por parte de las compañías aéreas. Llegar al punto geográfico pretendido y que te hayan partido la parte de ti que te permite moverte, como a muchos colegas les ha sucedido, es como para mutarte en zombie y devorar los miembros inferiores de los culpables.
Dejaré un cartel en el respaldo, avisando de que algo así puede suceder si osan dañar mi fabulosa montura, que me está permitiendo bucear por la vida y alcanzar profundidades impensables pocos veranos atrás.

La pobre resiste bien la vida que le doy aunque requiere sus cuidados. A la Salsa M, ahora le ha salido un canario que a veces me canta mientras circulamos, un motor bascula más de la cuenta -separando el guardabarros del neumático al elevar la suspensión como en un 4×4- y la rueda delantera derecha no direcciona bien, no sé si por no pisar bien o fallo del rodamiento de la horquilla.

En Septiembre lo sabré. Mientras tanto, seguiremos avanzando en buena compañía.