Esencias

En los últimos días, entre otras esencias, hemos podido degustar un delicioso néctar de los San Fermines. Durante cinco horas aprox. nuestro convoy se zambulló en el meollo de la fiesta de las fiestas.

La peña excursionista Fekoorera, una vez haber tomado la plaza del ayuntamiento, se dirigió a la salida del encierro para emprender todo su trayecto hasta la plaza de toros. Sólo faltó que nos abriesen la puerta grande.

                

Seguimos callejeando, abordando el Café Iruña -amplio, y con WC adaptado aunque poco espacioso- y empapándonos de una juerga contagiosa que incita a liar una tremenda.
Me queda por explorar la noche Pamplonica. Un reto más.

Y hablando de retos, el sábado pasado he estado a punto de cumplir uno de ellos.
He llegado ha estar muy cerca de ella. La he visto en vivo. Sólo con mirarla ya te emocionas. Es alta, infinita y atractiva. Estuve a una distancia suficiente para intuir lo que hubiese sentido al conquistarla.

Sin embargo, las condiciones no han encajado a la perfección, a pesar de que contaba con un apoyo humanista de primera para volar «bajo cuerda» en la Gran Tirolina de Senda viva.
No las tenía todas conmigo porque me dijeron que había que agarrarse bien para no ir dando vueltas y que el viento no te bambolee.

Por esto, y para lanzados como yo, propongo que ideen alguna manera para no tener que cogerse a la barra. Puede ser con unas cintas que hagan la función que de los brazos.

Además, nos topamos con otro inconveniente que fue definitivo para no seguir barajando las posibilidades.
Resulta que hay que reservar el momento con varias horas de antelación y la hora que nos daban se salía de nuestro programa.
De todas formas, quiero agradecer a todos los que se implicaron para que este locurón se cumpliese.

La fekooadrilla disfruto de un buen día en un parque quizá demasiado infantil, pero que por lo menos, a mi me mereció la pena.
Mirándola, me dije: No es imposible y ahora sé llegar.

En este fin de semana, dentro del programa cuyo nombre no quiero repetir, también hemos sido protagonistas de la reinauguración de nuestro habitual campamento base, cuando vamos a Zaragoza. El albergue El Villes, en Ejea de Los Caballeros.

La restauración que han hecho sus nuevas conductoras mejoran gratamente su calidad visual interior. Y lo que allí se come no se corresponde con lo que se acostumbra en este tipo de alojamientos.

Con decir que fuimos nosotros, queda sobradamente demostrada su accesibilidad. Sin ningún problema, salvo pequeños detalles que las encargadas se preocuparon en tomar buena nota para  corregirlas.

Así que muy agustito. Muchos momentos mágicos. Tanto como cuando en  mi habitación de siempre recibí la visita de una media luna inmensa que se coló por un hueco que enmarcaban la persiana y la cortina, mientras esperaba la llegada del esperado día.

                

P.D.: Pido perdón a la población de Ejea por el acto terrorista que cometí en un Karaoke cercano al Ayuntamiento.
Su nombre si me gustaría recordarlo porque, a pesar de que presentaba un peldaño insalvable, sus barmans se inventaron una rampa con la tabla de una mesa bien puesta, y entramos a lo Camel Trophi.