Barcelona, Barcelona

Hace malo. Estoy constipado y aburrido, así que no pueden darse mejores circunstancias para que finiquite esta trilogía sobre el viaje que he hecho a Barcelona con Fekoor.

Debido a la curva aguafiestas que ya he mencionado, sólo pudimos catar lo que realmente es Barcelona en dos ocasiones.

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En la primera, por la mañana visitamos el Parque Güell. Mucho más accesible de lo que pensaba, al menos su trazado principal, salvo por las pronunciadas pendientes a superar. Lo que hace muy aconsejable ir a motor o al menos con unos de esos que se acoplan a las manuales.
Yo, con mi Salsa M, no tuve ni el más mínimo problema y disfruté a lo grande de los caminos, el arte arquitectónico y de las increíbles vistas a la ciudad. Lástima que las sillas motorizadas tengan un número limitado en el bus que hace que muchos de los viajeros no puedan llevarla.
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Aún así, únicamente, echamos en falta acceder a la plaza rodeada por el mosaico de Gaudi. Todo lo demás, una maravilla que la Fekooadrilla recorrió de principio a fin sin contemplaciones, venciendo obstáculos como el que ahora me ha venido a la mente. Un peldaño que para sillas como la mía, que va pegada al suelo como una ventosa, es insalvable.
Una hazaña más para nuestro palmares.

Después nos fuimos al Zoo donde no tengo mucho que analizar -sin objeciones en cuanto a accesibilidad-, pero si que no puedo dejar de declarar la literal emoción que me causó ver el espectáculo de delfines. Además, en primera plana. En el lugar donde nos colocan a los silleros, da la sensación de que te encuentras inmerso en la piscina, casi los puedes tocar. De hecho, en una de las pasadas, uno de estos simpáticos animalitos me duchó.
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Me agarré a la barra para estar lo más cerca posible. Entonces, el segurata le pidió a mi acompañante-colega Ivan que me cortase un poco. Muy bien, pero me lo podía haberlo dicho a mí directamente el muy borono. En fin, todavía estamos como estamos.

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La segunda jornada urbana transcurrió por las ramblas, desde Colón hasta plaza Cataluña. Navegando entre puestos y turistas, llegamos al mercado de la Boquería donde lié a todo mi grupo para entrar, pese al inmenso tráfico peatonal del recinto. Algo que no me impidió cumplir el antojo que tenía, desde hace años, de tomarme uno de los zumos naturales que allí se consumen, ni contemplar los fantásticos productos expuestos. Eso si, de refilón, para no atropellar a nadie, ni que se me caiga la baba.

A la tarde, teníamos que ponernos en la Sagrada Familia por nuestra cuenta (uff, que mal suena eso). En nuestro grupo, obligados por la lluvia -al igual que los demás-, decidimos tomar el Metro, lo cual mereció la pena. No nos ayudó a ser puntuales, debido a nuestra falta de experiencia, pero para otra vez ya lo tenemos controlado.

Hay que saber que, al final de cada anden, hay una elevación que coincide el piso del vagón. Si no lo sabes, cuando ves el enorme escalón del resto del tren, alucinas. Por inercia, echas a correr hasta que, al fondo, divisas la clave. Quinta a fondo entre gente que sube y baja del convoy, y lo conseguimos.
Una vez dentro, nos felicitamos, menudo subidón. Hemos entrado cinco sillas y sus respectivos asistentes. Pero enseguida decae la fiesta. Nos hemos equivocado de línea. Hay que retroceder, pero para ello hay que salir, y no todas las estaciones están adaptadas. Así que hay que seguir avanzando a contra dirección en busca de una parada para todos los públicos.

A partir de ahí, un periplo de ascensores para dar con el rumbo deseado, con los dedos cruzados, suplicando a que sé yo, que nuestro destino esté adaptado.

Nervios, rapidez pero, sobre todo, con buen humor todo se supera. Alcanzamos el buscado templo.

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En definitiva, una semanita muy agradable, compartida con compañías de las que crean adicción. Lástima que el acceso por carretera al albergue INOUT nos obligase a pasar tres días enteros en él, y perjudicase nuestro plannig que prometía ser mucho más intenso e interesante.
Cierto es que cerca se encuentra una estación de tren con dirección al centro, tras bajar una carretera cuesta abajo. Pero las estrictas normas del programa de nuestros viajes, nos impiden separarnos y hacer planes individuales. En mi opinión, teniendo en cuenta que cada uno contamos con un asistente, pienso que  es un aspecto a mejorar. Y así, fomentar la capacidad de decisión de los participantes en los periodos de tiempo libre.
De todas formas, en esta ocasión excepcional, las reglas pueden considerarse justificadas por solidaridad con los usuarios de sillas manuales.

Y hasta aquí puedo escribir. La próxima más y mejor, con permiso de los recortes.

4 comentarios sobre “Barcelona, Barcelona”

  1. Dieguitooo !!! joe que enganchada me estoy pillando con el blog jajja
    he de decir que el dia de la Sagrada Familia fue lo mejor , menudas carreras y menudas risas nos echamos 😀
    un besito

    1. Ya lo creo! Fue digno de ver. Hicimos un equipazo. Como dije, si hubiéramos llevado un cámara, nos hubiera quedado un video emocionantísimo. Aviso para productores. Que tiemble Pekin Express
      Enhorabuena por tu liderazgo, Malona!

  2. He leido el blog y me ha parecido excelente la descripción que haces del viaje a Barcelona.
    Te animo a que publiques relatos cortos.

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