Barcelona Salvaje

En este nuevo capítulo de la miniserie que me estoy montando sobre Barcelona, me quiero referir al paraje selvático donde pernoctábamos.

Se trata de un albergue llamado INOUT, situado dentro de un parque natural donde los jabalís se paseaban por la terraza casi sin inmutarse, al más puro estilo safari. Esto, junto con el entorno, y su buena localización -a 25 minutos del puerto de la ciudad condal- son sus grandes fortalezas .

La accesibilidad, bueno si, sin muchas pegas, pero sólo cuenta con un ascensor que, por cierto, era bastante vacilón pues se empeñaba en atacar a mi Salsa M con su puerta.
Además, para llegar a la piscina hay que desplazarse a las inmediaciones de otro edificio a través de una cuesta larga, intensa e interminable para las sillas que ruedan sin motor.

Podría seguir con el agua de la pisci -con rampa hasta el fondo, eso si-, que no me impidió batallear con alguna que otra malvada aguadillera; o con la comida. Pero la gran debilidad que nos perjudicó fue, como dije ayer, la peligrosísima curva por la que el bus tenía que pasar con vaselina y marcha atrás, para seguir así un buen tramo de carretera. Un monumento de maniobra que nos permitió hacer tres escapadas y que, a más a más, llegamos a hacerla de noche.

Lo mejor, jugar con jabalís a la wiiiiiiiiiiiiiii!

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