VELOCIDAD INVERNAL

Ya llevo unos cuantos días disfrutando de los recuerdos que me ha dejado esta última semana.

Un deslizamiento suave sobre la nieve virgen que va aumentando su ritmo en función de la pendiente por la que se baje, hasta alcanzar una velocidad para muchos insuperable, unas rascadas impresionantes y unos desafiantes saltos.

Porque, así es, he conseguido poner una crucecita a uno de mis retos más deseados. He practicado Esquí Adaptado durante cuatro días en Cerler. Para el desaparecido Diego ignorante en la materia, podían parecer demasiados, pero el de ahora sabe que cada jornada siempre sorprende.

En la primera, desde luego, el alucine es inevitable. Asimilar semejante velocidad, agilidad y destreza es para llevarse una alegría inmensa. Si, además, se tiene en cuenta que todo esto viene acompañado de un paisaje increíble, la experiencia es mucho más que aconsejable.

Mi idea sobre el Esquí ha tenido varias fases a lo largo de mi vida. En la Inicial, era algo impensable. Recuerdo los esquíes de mis padres parados en casa porque lo dejaron cuando yo llegué.
En una segunda etapa, a través de internet, supe de la adaptación de este cañero deporte, sintiendo unas enormes ganas de probarlo.
Ahora, he pasado a otra dimensión, y he confirmado que hay actividades que puedes jugártela a que te van a gustar antes de catarlas, jeje!

Como en muchas otras actividades, para mí la clave está en encajar bien en el asiento. En el instante en que comprobé la firmeza con la que iba sujeto, empecé a intuir buenas sensaciones.

Uno de los momentos más curiosos se viven cuando el piloto del tándem –silla de nieve con piloto detrás- te sube al telesilla con un facilidad pasmosa y una profesionalidad de admirar, que te hace sentir muy seguro, despreciando el miedo a la altura y disfrutando de unas vistas de película.

A partir de ahí, a devorar pistas una tras otra, subiendo, bajando, volviendo a subir más y más arriba donde se divisaba picos como el del Aneto.

Muchas pistas se pueden disfrutar. Cada una tiene lo suyo, pero especialmente se me ha quedado grabada una estrecha rodeada de pinos con unas curvas cerradas, que era un auténtico gustazo atacarlas descaradamente por el interior, como si estuviésemos en el mismísimo Rally de Suecia.

El día siguiente el nivel siguió avanzando y el tiempo permaneció a nuestro favor. La nieve estaba más rota y salpicaba en la cara constantemente, dando una sensación de superación arrolladora.

Nos recuerdo detenidos transversalmente a una pendiente, creo que observando la pista negra hacia donde nos íbamos a lanzar vertiginosamente. Guauuuuuuuuuu! Como me pongo sólo con recordarlo.

Tercer día y cambio de guion. No paraba de nevar. Simplemente, la subida a la estación fue toda una gran aventura. Sin embargo, la afición lo puede todo y no se dudó en seguir adelante, pese a que la capacidad de tracción sí que quería abandonar a nuestro par de furgonetas. Empujando y haciendo sobrepeso sobre el eje tractor, logramos el avance, y la “expedición” de Fekoor llegó de nuevo al centro base de Handixtrem.

Las dos horas de mi turno fueron aún más emocionantes si cabe. El hecho de descender a una respetable velocidad sin apenas visión aporta un extra de adrenalina que me llevó a decir que prefería esas condiciones adversas, sin saber lo que Javi –el cabecilla de la escuela- me tenía preparado para el día siguiente.
Algún salto imprevisto y el Slalom que  nos marcamos con unas tumbaditas tipo Moto GP también fueron inolvidables.

Y así llegó el viernes, último día. Un tiempo de lujo, sol a tope. Esta vez me tocó el segundo turno por lo que estuve haciendo tiempo junto con mi asistente-acompañante-amigo hasta las doce, moviéndome con mi Salsa por la estación, desafiando a la capa de nieve . Estaba ansioso por tener una buena despedida, y vaya si la tuve.

Me presentaron otro tándem. Javi me dijo: Hoy vamos a correr, y yo le respondí: Comorl!?

La principal diferencia de este aparato es que comparte los esquíes con el piloto –no sé, si os denomináis así, si la picio corregirme, Handiextremeros-, mientras que el anterior los lleva individuales.

Nada más iniciar la primera bajada para grabar el video, vi que aquello era otra cosa. Iba como un misil, Bua! Impresionante. No me podía creer que me estaba volviendo a sorprender. La silla se nota más rígida, filtra menos los botes y, por lo tanto, parece que vas a acabar molido pero, al menos en mi caso, no me han quedado “secuelas”.
Al final de la pista  Javi me deleitó con un chus estratosférico, para llegar de nuevo al telesilla, donde estaba todo el grupo. Desde entonces, fuimos todos juntos recorriendo pistas y pistas. Las risas que me eché al ver que no tenían manera de echarnos el guante, y eso que entre nosotros  contábamos con competidores en activo, que nos seguían de cerca. También detrás nuestro  venían más sillas autónomas –me estoy inventando nomenclaturas- y algún pirado que otro sobre sus propias piernas.

Entre tumbadas espeluznantes y saltos provocados buscando montículos, fuimos de Ampriu a Cerler, subimos hasta El Gallinero. Menuda bajada la siguiente, menudas vaciladas que les pegamos a los perseguidores, vaya risas, que vivencia!
Impresionante descenso, con el acantilado al borde izquierdo de la pista, con vistas a todo el valle de Benasque.

A parte de todo esto, he conocido a gente muy grande, hemos compartido un cómodo hotel con un personal francamente encantador. El Hotel Aneto, no me importa decirlo. Una habitación amplia, bien adaptada y sin ningún problema para la silla en todo el edifido. Únicamente eche en falta un W.C. en la planta de recepción y bar.

En el apartado de los créditos, agradezco a Fekoor por darme la oportunidad de realizar este sueño, a mi gran familia que con la ayuda de unos y otros he conseguido reunir todo lo necesario.
A Raúl, por asistirme siempre con buen rollo y por ser tan cojonudo.
También al resto de mis compañeros, por su ayuda y compañía.
A quienes me han llamado, Whastappado y Skypeado, interesándose por mis sensaciones. Han sido una parte más del viaje muy importante.

Y, como no, a Javi, a Héctor –también lo gocé con él- y a Nacho por dar al ocio la importancia que merece y tratarlo como una obligación a la que todos debemos tener derecho.

Después de haber “clavado la bandera” en este esperado objetivo, sólo deseo que el progreso siga su avance y aparezca una silla con joystick para poder controlarla; pero, hasta que no alcance la misma velocidad, yo me seguiré dejando llevar.

Ya veis que me he quedado contento. Como dice PitBull: Que no pare la fiesta!

Saludos de Spastyckman!

5 comentarios sobre “VELOCIDAD INVERNAL”

  1. Diego! Ya veo que no te frena nada ni nadie y que lo tuyo descaradamente es la velocidad, sea como sea. Me alegro muchísimo de que disfrutaras tanto. Las negras también???!!!!!!!! Habrá que repetir, no? En Menorca se te echa de menos. Un beso

  2. Diego, gracias por compartir ése precioso vídeo.
    Vídeo, que por cierto,…nos deja constancia de la gran experiencia vivida por ti.
    Y como bien dices, ¡¡Que no pare la fiesta!..
    Con cariño,
    MC

Los comentarios están cerrados.