Una prueba definitiva

Desde hace unos días, estoy aportando mi humilde colaboración en un caso sobre una situación verdaderamente lamentable..

Después de leerme toda la documentación, está claro que estamos ante una demostración más de que el modelo institucional tiene que ser desterrado como se ha hecho, por ejemplo, en la ciudad de Estocolmo. Despierta los instintos más primitivos del ser humano, al sentirse superior y ejercer un abuso de poder hacia quien cree indefenso.

De todo lo expuesto, lo que considero más grave es que les impongan una dieta hipocalórica sin ninguna alternativa. Se trata de un control injusto y manipulador que confronta drásticamente con Derechos Fundamentales como la libertad o la igualdad de oportunidades. Además, EL DECRETO DE LA GENERALITAT DE CATALUNYA 318/2006, de 25 de julio, de los servicios de acogida residencial para personas con discapacidad, anexo 1 punto 1.2, considera un servicio básico el «Fomento de los hábitos de autonomía personal», para lo cual es preciso que exista una mínima capacidad de decisión, por parte de los residentes, en cuanto a su alimentación. Del mismo modo, normas que impidan repetir un plato (siempre que sobren existencias) o que prohíban ceder o recibir comida de otro residente es algo que coarta la personalidad y merma la convivencia y el «fomento de las relaciones interpersonales y sociales», también protegido por el mencionado anexo.

Otro hecho que, en mi opinión, pretende marcar un ambiente rígido e impositivo es el exageradamente reducido lapso de tiempo para que retiren el primer plato, si no se ha llegado al comedor. Esta orden puede generar a los usuarios nerviosismo y estrés ante la posibilidad de poner en peligro parte de una manutención ya de por sí escasa, en la que hasta el pan se provee en restrictivas cantidades. Por lo tanto, se ejerce un auténtico sometimiento hacia unos ciudadanos que se les niega la probabilidad de encontrar cualquier tipo de inconveniente que le ocasione un leve retraso. Esto, a mi entender, atenta directamente contra la dignidad humana, significando una amenaza injustificable entre personas adultas e impracticable en cualquier otro ámbito que no sea infantil o militar.
Todos los detalles se hacen públicos en este blog que queda enlazado al mío.

Y hablando de blogs, también he añadido a mis enlaces «IGUALES EN LA CARRETERA». Hace no mucho conocí a Iñaki Castañeda. Una auténtica fiera. A mí me recordó a Ugarte.
En este lugar que recomiendo puede seguirse el pedazo de reto que ha iniciado hace escasos días.
Su desafío consiste en hacerse La Ruta 66 en handbike. ¡Que envidia chaval!

Un comentario sobre “Una prueba definitiva”

  1. Estoy de acuerdo con Diego y añado como profesional en la materia que no en todos los sitios se trabaja igual pero si que es verdad que en los sitios residenciales por lo menos en tercera edad les hacemos mas dependientes por cuestion de tiempo. Espero que esto no sea igual tambien en discapacidad aunque tengo entendido que en las residencias destinadas para personas con discapacidad si que favorecen la independencia de la persona.

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