RETORNO A LA WARNER: AHORA EN VIDEO

Quien haya visitado, en este blog, la sección RETOS PENDIENTES Y CUMPLIDOS habrá podido saber de mi afición por las montañas rusas, auténticos artefactos de velocidad controlada y seguridad aeronaútica.

Aunque las he gozado en varias ocasiones, aún no tenía ningún documento que lo demuestre. Por este motivo, el pasado sábado por la mañana –pocas horas después de llegar del comentado viaje a Asturias- nos dirigimos a la Warner de Madrid para revivir lo que allí experimentamos hace ahora casi diez años.

El “Merche” que cogimos prestado para llegar, se convirtió en una máquina del tiempo que nos ayudó a retroceder a otra época, pues todo estaba como la última vez que lo visitamos. Únicamente, un aspecto algo deteriorado de la pintura en las atracciones delataba que seguíamos en el 2012.

Sentado en el asiento trasero-derecho recordé los miles de Kilómetros que he recorrido en esa posición –ahora con el coche adaptado apenas lo frecuento-. Desde él, tengo vistas del volante, cuadro de mandos y, con algo de pericia, de la carretera. Además, en esta situación no necesito rodilleras para no escurrirme como una anguila.

Al llegar, cumpliendo la tradición, fuimos de cabeza al Superman, una montaña muy equilibrada con loopings y tirabuzones. Esta vez no tuve la sensación de descarrilamiento en la primera caída que sentí en mi ya lejano estreno, la veteranía se ha de notar. Sin embargo, la fulgurante impresión de aceleración seguía intacta, con su capacidad para provocar gritos y articular palabras con una euforia incomparable y desconocida, pidiendo más, más! A todo ello, hay que añadir otro factor que se juntó en esta ocasión. El frío en la cara, y combinado con la velocidad y la altura, me generaron un leve, casi insignificante mareillo en la primera vuelta que, afortunadamente, quedo desterrado de mi organismo rápidamente.

En el Batman, donde el recuerdo principal consistía en la imposibilidad de sujetar el cuello debido a la inmensa fuerza lateral, gracias al truco de mantener siempre en contacto con el reposacabezas, logré mantener la mirada al frente como un genuino Top Gun.

En la venganza de enigma –un ascensor brutal que cae a bloque desde 100 metros-, también aprecié cierto progreso, al no sufrir ni una pizca de vértigo, mientras que en la memoria tenía grabado un gran “yuyu” cuando te dejan parado ahí arriba, pendiendo de una barrita con holgura.

Sobre el Coaster Expres –montaña clásica de madera-, lo más destacable es la sensación de velocidad, notando el traqueteo del “carruaje”, cayendo desde 39 metros cerca de unas vigas con las que parece que te vas a……..

En cuanto al sistema de sujeción, a diferencia de las demás, en esta no existe el arnés con el que tan bien me llevo. En su lugar tiene un cinturón y una barra que aprieta en el mismo lugar. Una vez que baja queda prieto y no tengo problema, pero hasta que llega este momento tengo que concentrarme para no descolocarme, sujetándola con los brazos para que no se suba y así conservar la presión que me permite seguir aposentado.

Solo faltó el Boomerang que estaba fuera de servicio por estar pendiente de revisión, según nos dijeron.

Aparte de todo lo hasta aquí comentado, si por algo me atraen este tipo de parques es porque en ellos, lejos relegarme, me siento participe como uno más del grupo, se me otorgaban todo tipo de ventajas para mi propio disfrute, y el de mis acompañantes. Una actitud muy a tener en cuenta por los múltiples agentes sociales a los que les corresponde actuar.

A hora de pernoctar, considero interesante mencionar alojamiento que hemos elegido. Un hotel chino en Getafe llamado Dinastía, muy correcto, moderno y cómodo con bastantes habitaciones adaptadas en donde solo eche en falta las barras de sujeción en el inodoro (al menos en la mía). Algo que, personalmente, lo puedo olvidar pensando en su fantástico Wok.

Como siempre, lo dejo aquí, con los créditos de esta intrépida correría. Sin la compañía de Oscar, Roberto, Paola y Leticia esta crónica no hubiese sido posible, ni un nuevo reto se hubiera condecorado con un asterisco.

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